Número 13, 2021 (1), artículo 8


El amor romántico. Una aproximación desde la neurobiología y la psicología


Diego Ismael Rodas Flores

Coordinador de Psicopedagogía, en el CEDICA. Cuenca, Ecuador.

Mayra Lucrecia Gómez Contreras

Psicóloga Clínica. Centro médico Casa de la Diabetes. Cuenca, Ecuador




RESUMEN
El presente ensayo tiene por objetivo promover la comprensión del amor romántico desde las contribuciones que la neurobiología y la psicología han hecho con respecto al tema. La conclusión apunta a que, al complementar los aportes de estas disciplinas, se puede entender de manera integral esta vivencia humana.


TEMAS
amor romántico · complementariedad · neurobiología · psicología



1. Introducción

Garza (2010) refiere que el amor es un sentimiento humano experimentado de forma universal. Alrededor del mundo encontramos historias, versos, poemas, esculturas y canciones distribuidas en el tiempo, finales felices y trágicos desenlaces cuyo denominador común es el amor romántico.

Durante varios años, el amor fue un tema abordado de manera exclusiva por la filosofía, el arte y la literatura. Empero, la psicología, según señala Maureira (2011), se interesó por este fenómeno como objeto de estudio e intentó describirlo. En este sentido, abordó temáticas relacionadas con la elección del objeto de amor y la convivencia en pareja; introduciéndolo de esta manera en el campo del quehacer científico.

Años después, ya entrados en el siglo XX, con el avance de la neurociencia y de las técnicas de neuroimagen, se determinó la presencia de una base neurobiológica en esta vivencia humana. Actualmente, se sabe que existen regiones cerebrales (Área Tegmental Ventral, núcleo accumbens, hipotálamo, etc.), neurotransmisores (dopamina, norepinefrina, serotonina, entre otros) y hormonas (testosterona y estrógenos) implicadas en las conductas de los enamorados.

Sin embargo, tal como señala Hernández (2012), lo biológico no explica toda la experiencia del amor humano; de hecho, afirma que la vivencia del enamorado es enteramente subjetiva. En este sentido, en las líneas siguientes se proporcionará un acercamiento a la definición de amor romántico, para después describir las bases neurobiológicas que lo sustentan; y finalizar con algunos aportes que desde la psicología se han hecho en relación con esta temática.

 

2. El amor romántico

Una definición amplía de qué es el amor nos la proporciona Garza (2010), cuando refiere que es una emoción dirigida hacia una o más personas u objetos. Por cuanto, entendemos la existencia de varios tipos de amor.  De acuerdo con Pascual (2016) al menos tres, a saber: el amor filias, que está relacionado con la amistad; el amor ágape, entregado de forma desinteresada, fundamentado en la ternura y en la compasión; y, el amor eros o amor romántico, que se caracteriza por la idealización que el enamorado hace de su objeto amado, por la pasión, la necesidad de intimar (emocional y sexualmente), y por las expectativas que se mantienen de fidelidad mutua.

Profundizando sobre el amor romántico, Calvo (2017) lo define como un sentimiento humano socialmente construido que se basa en los supuestos de monogamia, ser incompleto y pasión erótica. De ahí que, el enamorado encuentre a su otra mitad en el ser amado. Las características mencionadas (monogamia, pasión erótica y ser incompleto) serían una consecuencia de la evolución humana.

Hernández (2012) lo explica de la siguiente manera: debido a la bipedestación y a la adquisición del lenguaje, los seres humanos desarrollaron capacidades psicológicas e intelectivas que garantizaron su supervivencia y la continuidad en la transmisión de su material genético, sumado a esto, la posibilidad de mirarse a los ojos mientras se mantienen relaciones sexuales provocaron una conexión emocional en la pareja; en este contexto, se encontraron ante la necesidad de establecer relaciones monógamas que permitan la crianza de la prole; entendiendo que la pareja se complementa en tal actividad (ser incompleto).

En relación a lo descrito, Garza (2010) señala que existen tres etapas que caracterizan al amor eros, estas son: etapa de deseo, etapa de amor romántico y etapa de apego; la primera, cumpliría con la función evolutiva de motivar a los sujetos en la búsqueda de cualquier pareja sexual; mientras que, en la segunda, se tiene por objetivo encontrar una pareja sexual exclusiva con quien reproducirse; por último, en la etapa de apego se pretende mantener una relación duradera con la pareja para criar en conjunto a los hijos.

Estas etapas, de acuerdo con Hernández (2012), se encontrarían mediadas por procesos que se gestan en el cerebro.

 

3. Neurobiología del amor romántico

La neurobiología pretende explicar la conducta humana a partir del estudio de las células del sistema nervioso (neuronas), de sus conexiones y redes neuronales (Ugaz y otros 2019). En el caso del amor, según señala Maureira (2011), se ha identificado una base neurobiológica; es decir, se conoce que en este proceso intervienen circuitos, regiones cerebrales, neurotransmisores y hormonas. A modo de aclaración, los neurotransmisores son sustancias químicas que se producen, liberan y actúan en las neuronas; mientras que, las hormonas son sustancias químicas que actúan en lugares distintos al cerebro (Manrique 2013).

Respecto a los circuitos y regiones cerebrales, contrario a lo que se pensaría, el amor está relacionado más con la motivación que con las emociones (Maureira 2011). En esta experiencia humana actúa el sistema de recompensas, que es un centro del sistema nervioso central implicado en el desarrollo de comportamientos en respuesta a situaciones placenteras (Garza 2010). Es decir, en el amor ejecutamos conductas motivadas que se dirigen a mantener el placer o a evitar el displacer.

Dentro del sistema de recompensas encontramos el circuito mesocorticolímbico, que está formado por: el Área Tegmental Ventral y el núcleo accumbens, estás áreas se asocian con la sensación de placer, la focalización de la atención y la búsqueda de recompensas, motivan el desarrollo de conductas que persiguen la supervivencia y la reproducción; el cíngulo anterior y la ínsula, implicados en el registro del estado fisiológico de las personas y en la función ejecutiva que promueve, en los animales, el desarrollo de conductas selectivas dirigidas hacia la pareja; el núcleo caudado, relacionado con las expectativas, metas e integración estimular para la ejecución de actos motores conducentes hacia un objetivo; la amígdala, en la vivencia del amor se desactiva y esto reduce el miedo que experimenta la persona, además junto con la corteza cingulada anterior están inmersas en la modulación de los aspectos motivacionales relacionados con las emociones; y, el hipocampo e hipotálamo asociados al procesamiento de las emociones (Garza 2010; Hernández 2012; y Maureria 2011).

Las áreas mencionadas con antelación son algunas de las que se activan durante la vivencia del amor. De hecho, Aron y otros (2005, citados en Maureira 2011), refieren que mientras mayor tiempo dura la relación amorosa más activo se encuentra el globo pálido ventral. Es decir, el amor cambia al cerebro. Una vez que se describieron las estructuras cerebrales que intervienen en el amor, resulta pertinente referirse a los neurotransmisores y hormonas implicadas en las diferentes etapas de este.

La etapa de deseo. Los seres humanos liberamos feromonas que son percibidas por el receptor olfativo de los demás, estas sustancias químicas provocan la necesidad de localizar a su emisario, es decir, de establecer contacto visual; una vez que se lo logra se activa la secreción de feniletilamina en el sistema límbico, este neurotransmisor disminuye el estado de conciencia, la percepción de objetos, la capacidad auditiva y verbal, además promueve la focalización central de la vista; en este contexto, el cerebro para no perder el control del cuerpo libera dopamina y norepinefrina, neurotransmisores que generan una comunicación en cadena (hipófisis, tiroides y páncreas) que llega a las glándulas suprarrenales y finaliza en los ovarios, en el caso de las mujeres, o en los testículos, en el caso de los hombres, en estos órganos se liberan estrógenos y testosterona (Flores 2008).

Durante este proceso se experimentan las famosas mariposas en el estómago, así como taquicardia, incremento en la frecuencia respiratoria y en la temperatura corporal. Son la testosterona y los estrógenos los que se implican en el deseo sexual (Maureira 2011). Las glándulas suprarrenales liberan testosterona no solo en los hombres, sino también en las mujeres; esta hormona, a los primeros, les permitirá mantenerse alerta en caso de la presencia de contrincantes; mientras que, en las segundas reducirá su capacidad para la toma de decisiones y nublará su juicio (Flores 2008).

Pasada la etapa de deseo, llegamos a la etapa de amor romántico; en esta, se produce un aumento en la secreción de dopamina y norepinefrina, y un decremento en la producción de serotonina. Los niveles elevados de dopamina están relacionados con euforia, incremento de la energía, alegría y una inmutable motivación; mientras que, la norepinefrina produce falta de sueño y apetito, incremento de la frecuencia cardiaca e hiperactividad; los celos y el pensamiento rumiativo (pensar en la persona amada una y otra vez) se explican por los niveles disminuidos de serotonina (Hernández 2012; y Manrique 2013).

Todas las conductas mencionadas con antelación son típicas en los enamorados; sin embargo, las reacciones químicas que las preceden se presentan, aproximadamente, durante los 3 primeros años de relación (Flores 2008). Es en ese momento en el que llegamos a la etapa de apego; en la que el neurotransmisor oxitocina juega un papel fundamental. La oxitocina, liberada durante la copulación, promueve una sensación de bienestar y cercanía entre la pareja (Manrique 2013); además, bajo sus efectos desarrollamos comportamientos que tienen por objetivo mostrarnos más atractivos y sensuales (Hernández 2012).

Sin embargo, la liberación de oxitocina, por tanto sus efectos, disminuirá después de 4 años (7 años sumadas las etapas anteriores), transcurrido ese tiempo la relación será completamente racional (Flores 2008). En este sentido, entendemos que existirán otros aspectos subjetivos y sociales, ajenos a lo neurobiológico, que se impliquen en la relación; pero, no solo en este momento sino a lo largo de la misma.

 

4. Psicología del amor romántico

La psicología es una ciencia, cuyo objeto de estudio son los fenómenos psíquicos (conducta, procesos mentales y procesos neurofisiológicos) a los que intenta describir, explicar, predecir y controlar. El amor se encuentra mediado por fenómenos psíquicos, por cuanto, no es ajeno al quehacer de la psicología, o no debería serlo. En este apartado abordaremos las siguientes temáticas: elección del objeto de amor y convivencia en pareja.

Respecto a la elección del objeto de amor, nos referiremos a dos posibilidades, una heterosexual y otra homosexual. Freud (1905) se interesó por esta temática, desde su teoría planteó el Complejo de Edipo, mismo que se presenta en la infancia aproximadamente a los 4 años y gira en torno al falo. Según señaló el autor, el niño, poseedor del falo (pene), dirige su libido (deseo sexual) hacia su madre, el padre se convierte en su rival, un rival que amenaza con castrarlo, en esta trama, el menor interioriza el hecho de que no puede ser la pareja de su madre, toma como referente masculino a su padre y se dispone a encontrar a su propia pareja; en el caso de las niñas al encontrarse carentes de falo, culpan por esta ausencia a su madre, esto contribuye a que dirijan su libido hacia la figura masculina.

En el contexto antes mencionado, se dará una elección de objeto heterosexual. Por otra parte, respecto a la elección del objeto de amor homosexual, entendemos que en los niños la amenaza de castración genera miedo, cuando el menor es incapaz de manejar este afecto desarrollará un rechazo hacia los órganos sexuales femeninos (Freud 1905). En relación con las niñas, al atribuir la ausencia de su falo a la madre, desarrollan un sentimiento de culpa, cuando la menor es incapaz de manejar tal emoción retornará su libido al primer objeto de amor (la madre) (Deustch 1932, citada en Esborraz y Leicach 2012); por cuanto habrá desarrollado una elección de objeto homosexual.

Resulta pertinente aclarar que la amenaza de castración es simbólica, que, en ausencia de uno o ambos padres, otros cuidadores podrán asumir los roles antes señalados y que esta primera elección quedará latente hasta la adolescencia, etapa en la que se confirmará o modificará. Pero, la importancia de la infancia y adolescencia van más allá de esta elección de objeto de amor.

Los cuidadores primarios son quienes enseñan a los menores la manera de relacionarse con las demás personas. Cuando las experiencias, durante estas etapas, son agradables se prepara el andamiaje que facilita las relaciones durante la vida adulta, caso contrario, si los eventos son desagradables la elección de pareja y la relación con otros será insatisfactoria (Vargas 2013). Es decir, estas experiencias son determinantes en nuestra vivencia del amor romántico.

De hecho, de acuerdo con Hendrix (1997), nuestras experiencias infanto-juveniles generan un imago (representación interna) en relación con el amor, a partir del cual esperamos satisfacer nuestras expectativas afectivas. Por cuanto, al escoger una pareja, nuestras conductas expresarán un quiero que nuestra relación sea perfecta; sin embargo, esto no será posible (Pinto 2005); pues cada miembro de la relación cuenta con hábitos y experiencias de vida diferentes.

En este sentido, la convivencia en el amor romántico estará mediada por nuestras vivencias, es decir, es en parte subjetiva, pero también es social y cultural; pues por aprendizaje vicario (observación) asimilamos, a lo largo de nuestra existencia, el ideal de hombre o de mujer que debemos buscar, la manera correcta e incorrecta de expresar nuestros sentimientos y los roles que debemos asumir al estar en pareja.

Para que la convivencia sea armónica, de acuerdo con Strenberg (1986), existen tres componentes que deben mantenerse en equilibrio, estos son: intimidad, pasión y compromiso; entendiéndose como intimidad a aquellos sentimientos que promueven el acercamiento, conexión y vínculo con las demás personas; a la pasión como un necesidad intensa de estar con el otro, en donde está implícito el deseo sexual o romántico; y el compromiso como la decisión que uno tiene por mantener el amor con la otra persona.

 

5. Conclusión

En la vivencia del amor romántico existe una clara base neurobiológica comprometida. La activación de estructuras relacionadas con el sistema de recompensas, en específico el circuito mesocorticolímbico; así como la secreción de neurotransmisores, como la oxitocina, la serotonina y la norepinefrina, al igual que hormonas. como la testosterona y los estrógenos, explican el proceso de enamoramiento. Sin embargo, poco nos dicen sobre la experiencia del amor en pareja como tal; es decir, por qué elegimos a nuestra pareja y no a otra, por qué existen parejas que pese a las dificultades se mantiene juntas a lo largo de la vida, incluso cuando el objetivo de criar a la prole se ha cumplido y, por mucho, se han rebasado los 7 años en que el juego neuroquímico del amor tuvo su mayor apogeo.

Es la psicología la que nos proporciona respuestas a estas inquietudes. Desde la teoría del Complejo de Edipo se explica la elección del objeto de amor; desde el aprendizaje por observación entendemos que la crianza y nuestra interacción con la cultura y sociedad moldean las conductas que ejecutamos estando en pareja; y, que la convivencia armónica, en el amor romántico, se fundamenta en la interacción equilibrada entre la intimidad, la pasión y el compromiso.

Por último, resulta oportuno señalar que los humanos somos seres biopsicosociales; por cuanto, el amor eros, como una vivencia humana, se debería abordar considerando estas tres dimensiones.



Bibliografía

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2017 "Amor romántico, amor confluyente y amor líquido. Apuntes teóricos en torno a los sistemas de comunicación afectiva", Revista de Filosofía Eikasia (Oviedo), nº 77: 143-151.

Esborraz, Marina (y Darío Leicach)
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Flores, Gilda
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Freud, Sigmund
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Hendrix, Harville
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Manrique, Rubén
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Maureira, Fernando
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Pascual, Alicia
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Publicado 16 abril 2021