El estructuralismo es una estrategia de investigación en antropología social que considera los hechos socioculturales como constituidos en sistemas significativos, y utiliza el análisis de las correlaciones y oposiciones internas del sistema para elaborar modelos teóricos que lo hagan inteligible.
Introducción
Falta en las ciencias del hombre un acuerdo mínimo acerca de cuál ha de ser su teoría, su enfoque epistemológico y su método. La antropología estructural de Lévi-Strauss propuso una vía a seguir: el análisis estructural. Su función es, ante todo, heurística, como técnica de investigación que ayuda a hacer inteligible cualquier sector del sistema sociocultural, sea en el plano de los hechos o de los símbolos, asumido como un tipo de lenguaje. Dado que "todo lenguaje consiste en un código especial cuyos términos son engendrados por combinación de unidades menos numerosas que participan ellas mismas de un código más general" (Lévi-Strauss, 1964: 29), analizar las estructuras equivale a descifrar códigos subyacentes.
Orígenes del estructuralismo en antropología social
El estructuralismo fue introducido en antropología por obra de Claude Lévi-Strauss (1908-2009), con el propósito de elevar las disciplinas humanas, sociales y culturales al rango de ciencia. En esto, se aleja de otros pretendidos estructuralistas, como Michel Foucault, Louis Althusser o Jacques Lacan, autores que siguen más bien sendas variantes de esoterismo. El estructuralismo se presenta, ante todo, como un método de conocimiento que practica el análisis estructural.
La inspiración del estructuralismo y del mismo concepto de estructura cuenta con precursores remotos en pensadores ilustrados: la filosofía natural de Goethe, las investigaciones de Humboldt y el estudio de las variantes humanas preconizado por Rousseau, junto a la necesidad de una "mirada distante": el antropólogo como astrónomo de las sociedades humanas.
Una fuente más próxima se halla en el funcionalismo estructural británico, en Alfred R. Radcliffe-Brown, aunque Lévi-Strauss trasciende el enfoque empirista de la noción de estructura, hacia otro más teórico, consistente en un modelo de inteligibilidad y significación: "la noción de estructura social no se remite a la realidad empírica, sino a los modelos construidos de acuerdo con esta" (Lévi-Strauss 1958: 261).
El propio Lévi-Strauss habla en algún momento de tres maestros: la geología, el psicoanálisis y el marxismo, por cuanto "los tres demuestran que comprender consiste en reducir un tipo de realidad a otro; que la realidad verdadera no es nunca la más manifiesta" (Lévi-Strauss 1955: 46), sino que radica en estructuras subyacentes que deben desvelarse.
Los principios del método proceden de la lingüística estructural, en concreto de la adaptación del método fonológico desarrollado por Roman Jakobson y Nikolai Trubetzkoy. La estrecha analogía entre lingüística y antropología es lo que permite la "transposición formal del método" (Lévi-Strauss 1958: 37): Al igual que los fonemas, y salvando distancias, otros hechos de la cultura constituyen elementos semióticos. Adquieren su significación integrados en sistemas; y tales sistemas han sido elaborados inconscientemente por la mente humana; de modo que los fenómenos culturales observables obedecen a la aplicación de leyes generales, aunque ocultas.
El enfoque estructuralista parte de la experiencia etnográfica para analizar, en cada sector de la vida social, la red de oposiciones y correlaciones, de relaciones paradigmáticas y sintagmáticas, que lo organizan internamente, en virtud de las constricciones que impone la mente. De ahí que el análisis estructural contribuya al mejor conocimiento del pensamiento objetivado y de sus mecanismos.
Los resultados alcanzados por el análisis estructural tocan muy diferentes campos: prohibición del incesto, reglas del intercambio matrimonial, organización social, totemismo, ritual, chamanismo, mito, arte, música, máscaras... Pero sus grandes demostraciones se hallan centradas en dos subsistemas capitales de la cultura: el parentesco y la mitología. La mejor plasmación de las indagaciones estructuralistas reside en las obras de Claude Lévi-Strauss.
Lévi-Strauss no ha formado una escuela estructuralista claramente delimitada, si bien no faltan discípulos relevantes, entre los se encuentras Jean Pouillon, Isac Chiva, Françoise Héritier o Philippe Descola. Con todo, el impacto del estructuralismo ha tenido eco en todos los ámbitos de la antropología mundial.
El método del análisis estructural, sus postulados e hipótesis
El traslado del método estructural a la antropología hay que hacerlo con toda precaución, pues, si la lengua es el sistema de significación por excelencia, otros dominios de la cultura no tienen un valor de significación tan nítido y objetivable. La estrategia de investigación estructuralista toma como objeto de estudio un sector de las relaciones sociales y considera que está constituido como sistema, cuya estructura hay que analizar.
El análisis estructural parte de la previa delimitación de un dominio de fenómenos sociales susceptibles de análisis, es decir, que conformen un conjunto significativo homogéneo, y procede conforme a unas fases sucesivas:
1º. Observación de los hechos, recogiendo toda la información etnográfica y documental referente al comportamiento del sistema estudiado.
2º. Ideación de modelos que, a la vista de la información sobre el sistema, considere prioritariamente las relaciones que se dan entre los elementos tanto presentes como virtuales, para simular con ellas un modelo estructural.
3º. Experimentación con los modelos obtenidos, tanteando modificaciones posibles, cada una de las cuales solo representa un caso particular entre otros del mismo orden, existan realmente o no. La tarea estriba en elaborar un cuadro de las permutaciones posibles entre esas relaciones y experimentar en este plano de las relaciones objeto de análisis, con el fin de deducir las reglas necesarias que rigen su combinación y la transformación de una combinación en otra.
4º. Formulación de las estructuras del sistema analizado (familiar, totémico, artístico, mítico, etc.) que expresarán una ley invariante del sistema, que da cuenta a la vez de cada variable observada y de su transformación en otras.
El método estructuralista no se detiene ahí, sino que deja la puerta abierta para emprender nuevos ciclos de análisis, en los que se trabaje con los modelos teóricos de distintos tipos de sistemas, indagando las relaciones entre ellos. Así, se formularán nuevos modelos, a un nivel aún más general, hasta deducir una "estructura de estructuras", como "leyes de orden" que explican un dominio cultural.
Lévi-Strauss realizó sus investigaciones de modo "artesanal", pero ya anticipó que podrían beneficiarse del empleo de ordenadores, mediante el que se demostraría cómo cada sistema está inserto dentro de un vasto grupo de transformaciones (1962: 133-136).
La homología de estructura entre los distintos subsistemas no implica que sean de idéntica naturaleza, sino que todos ellos constituyen sistemas semióticos regidos por la función simbólica del pensamiento humano. Por eso, en último análisis, se espera descubrir ciertos mecanismos o matrices comunes a toda la humanidad: las estructuras del espíritu humano.
Más que una interpretación funcional o una causación histórica, Lévi-Strauss concibe, por el contrario, que es la mecánica estructural la que determina cómo se produce el funcionamiento social y el acontecer histórico.
La situación socialmente vivida, pensada o actuada (en el parentesco, el totemismo, la mitología, el rito, el arte) no es sino la realización particular de una de las posibilidades previstas o permitidas por la sintaxis estructural del sistema.
Así, pues, la noción de estructura no es descriptiva ni empírica, sino una explicación construida de la trama de interacciones, interrelaciones e interdependencias entre elementos que obedecen a reglas, mecanismos, determinismos o dialécticas. La estructura se elucida mediante el análisis estructural y la construcción de modelos teóricos.
La evolución de un sistema es vista como transformación estructural, se entiende tanto en función de los determinismos o la lógica interna del sistema, como en función de las incidencias del entorno, sea este físico, social o espiritual. En realidad, siempre está latente la importancia del condicionante ecológico y la incidencia del acontecimiento.
La estructura de un sistema es siempre más que la suma de sus partes o elementos. Traduce la disposición de las partes en el todo, al que condicionan, al tiempo que el todo impone a las partes que lo constituyen su propia regulación, unos principios de organización recurrentes.
La labor de comparación de estructuras, de sus semejanzas y diferencias, conduce al descubrimiento de otros principios de orden aún más generales. El modelo estructural trata de ordenar las diferencias u oposiciones correlativas, bajo unas reglas de juego que permitan entender un estado estructural del sistema, así como el paso de un estado a otro.
La antropología estructural contempla el sistema social como una complejísima red de subsistemas interdependientes, de modo que el estructuralismo se funda en el postulado de que las interacciones poseen el carácter de intercambio de signos, de significados. La actividad social no solo "hace" algo, sino que a la vez "significa" algo para la sociedad y para los individuos socializados en ella. Los hechos sociales de cada tipo se inscriben como significantes de un sistema de significación culturalmente codificado.
La hipótesis principal es que las estructuras de un plano de los subsistemas socioculturales remiten a otras estructuras más fundamentales, a ciertas predisposiciones humanas universales, que operan en ellas, en última instancia en virtud de la actividad inconsciente del espíritu humano, esto es, de la mente y el cerebro propios de nuestra especie.
La finalidad de la teoría antropológica no radica en catalogar ordenadamente la diversidad de los sistemas culturales, sino en poner al descubierto los mecanismos del pensamiento objetivado que intervienen en todos los niveles de organización, efectuar un "inventario de los recintos mentales", en los que estriba "el modo universal de organizar los datos de la experiencia sensible" (1958: 206).
Otra hipótesis más filosófica suscrita por Lévi-Strauss es que el fin último de las ciencias humanas sería la "disolución" del hombre, llegando a invariables de una "humanidad general", que acabaría reintegrando la cultura en la naturaleza, la vida y las condiciones fisicoquímicas del universo. Lo que demostraría que el espíritu humano no es sino una cosa entre las cosas y sus operaciones, un producto natural de este mundo. Ahora bien, esta tesis de carácter ontológico y general sobre la sociedad, la humanidad o la naturaleza parece más cuestionable, más una expresión de su propia ideología o visión del mundo que una conclusión de las investigaciones de índole más científica, basadas en el estricto análisis estructural.
Como evaluación crítica, es posible que el método condicione en exceso el conocimiento del objeto, en detrimento del sistema mismo con toda su complejidad real, constreñida al punto de vista del determinismo estructural.
De todos modos, ya Lévi-Strauss advertía que, en cuanto método científico, el estructuralismo se limita a aislar ciertos "niveles de realidad" representables en forma de modelos, que hay niveles estructurales y otros que no lo son. La antropología estructuralista no posee las claves de la explicación definitiva para la totalidad de los fenómenos antroposociales. Otros puntos de vista pueden ser perfectamente legítimos.
Conclusiones
Hace mucho tiempo que pasó la ola estructuralista. No es fácil medir el alcance de su influencia en la evolución de la ciencia antropológica. Pero sí es cierto que la lectura de Lévi-Strauss continúa siendo siempre intelectualmente estimulante y fecunda.
No obstante, ha quedado obsoleta su admiración por el marxismo y el psicoanálisis, hoy desterrados del campo científico. Habría que corregir el determinismo atribuido a la estructura, posiblemente tributario de la física de su tiempo, aunque él también subraye el papel del acontecimiento. Habría que descartar el concepto de "dialéctica", esa manera demasiado especulativa de concebir las interacciones partes-todo o sistema-ecosistema.
En fin, conservemos el análisis estructural como una herramienta que continúa siendo imprescindible, en determinados momentos de la investigación, si no queremos quedar empantanados en una acumulación de descripciones más o menos pintorescas y de ingeniosas ocurrencias interpretativas.
Un último aspecto destacable de Lévi-Strauss es que siempre estuvo atento a los avances científicos de la época. En especial, el interés por la física, por la informática y por lo que ahora se denomina neurociencia cognitiva es algo que debería cultivar todo antropólogo. Al menos todo aquel que no desee renunciar a la cientificidad en las ciencias del hombre y que no se rinda a la confusa palabrería del "posestructuralismo".
El libro más completo sobre la vida y la obra de Claude Lévi-Strauss es, hoy por hoy, el publicado por Denis Bertholet (2003).
Referencias bibliográficas
Bertholet, Denis
2003 Claude Lévi-Strauss. Valencia: Universidad de Valencia, 2005.
Gómez García, Pedro
1981 La antropología estructural de Claude Lévi-Strauss. Ciencia, filosofía, ideología. Madrid: Tecnos.
1988 Epítome del paradigma estructuralista en antropología
http://www.gazeta-antropologia.es/?p=3789
2010 Claude Lévi-Strauss. Vida, obra y legado de un antropólogo centenario
http://www.gazeta-antropologia.es/?p=1516
Lévi-Strauss, Claude
1949 Las estructuras elementales del parentesco. Barcelona: Paidós, 1981.
1955 Tristes trópicos. Buenos Aires: EUDEBA, 1970.
1958 Antropología estructural. Buenos Aires: Eudeba, 1968.
1962 El pensamiento salvaje. México: FCE, 1964.
1964-1973 Mitológicas I-IV. México: FCE, 1968-1972; Siglo XXI, 1970-1976.
1973 Antropología estructural. Mito, sociedad, humanidades. México: Siglo XXI, 1979.
1988 De cerca y de lejos. Madrid: Alianza, 1990.