Un viaje por Camboya y Vietnam da ocasión para conocer dos experiencias políticas muy opuestas, que, no obstante, pusieron en práctica los principios y las estrategias comunistas. Tanto la realización de la utopía como su abandono demuestran el fracaso y la falta de credibilidad inherente al discurso de izquierdas.
El absolutismo, como modelo de conocimiento, parece descartarse ante la imposición del relativismo de que –casi– todo es subjetivo y personal. No obstante, al contrario, la evolución histórico-material relativista ha alcanzado los límites impuestos por su misma esencia y que, de superarlos, haría tambalear las bases de su propia lógica.