Número 8, 2018 (2), artículo 4


Ontología y crítica de Judith Butler


Agustin Mora Palomares

Graduado en Filosofía. Graduado en Ciencia Política y Gestión Pública




RESUMEN
En el trabajo que proponemos se recogen algunas de las aportaciones de Judith Butler con relación a la crítica y la utilidad para la teoría de género en la comprensión y subversión de conceptos ontológicos.


TEMAS
epistemología · feminismo · Judith Butler · ontología · Simone de Beauvoir



1. The frame: La crítica como virtud

Judith Butler en “¿Qué es la crítica? Un ensayo sobre la virtud de Foucault” (2004) hace referencia a la intención de Foucault de dar una definición de qué sea la crítica, empeño de este para el que “solo alcanzó aproximaciones”.

Como lectora de Foucault, Butler explica que la crítica lo “es de alguna práctica, discurso o institución instituidos, pierde su carácter cuando se abstrae de ello y se la aísla como práctica generalizable, pero es posible alguna generalización” y, precisamente de esa conexión con prácticas, discursos e instituciones, puede encontrarse la utilidad para el feminismo. La crítica sirve para poner en cuestión fundacionalismos, desnaturalizar las jerarquías sociopolíticas, establecer perspectivas nuevas y no formular una evaluación moral en términos de bueno/malo.

Pero ¿a qué se refiere Butler cuando afirma que “la crítica lo es como virtud”? Foucault, figura clave para comprender el entramado conceptual de Butler, busca comprender qué tipo de cuestionamiento instituye la crítica. La crítica es el ejercicio de la virtud en tanto que supone la “estilización específica de la moralidad”. Más allá del mero promulgar prescripciones -expone Butler- conduce a una experiencia moral que no es sumisión a un mandato; significa que la tiene como un instrumento de observación de los dominios de verdades a fiscalizar. Esas verdades son formas de conocimiento establecidas y a la vez son ordenantes que no han sido asimilados a esa función ordenadora. Butler sigue a Foucault cuando sostiene que “ciertas prácticas pensadas para determinados problemas tienen la consecuencia que establecen un dominio ontológico que constriñe lo posible”. De forma que referirse, o referirnos, a ese horizonte o dominio ontológico permitiría ver las relaciones con los preceptos morales.

Encontraremos dos nociones fundamentales para dibujar la crítica como virtud: a) la “transformación de sí” y la “política de la verdad”, la primera relacionada con la perspectiva ético-política y la segunda es una noción que vincula la anterior con el campo epistemológico; la política de la verdad refiere a las relaciones de poder que acotan de antemano lo que será susceptible de verdad.

Butler sobre la transformación de sí aduce tres caminos: a) Conducirse en relación con un código de conducta b) Formarse como un sujeto ético en relación con un código de conducta y c) Formarse como sujeto poniendo en riesgo el orden del código de conducta. Pensamos que la crítica va encaminada hacia el segundo, inicialmente, puesto que el tercero parece responder más al planteamiento de Butler que al propio Foucault -del que se distanciará a propósito del caso de Herculine Barbin-.

“La crítica comienza cuestionando la exigencia de obediencia absoluta y somete a evaluación racional y reflexiva toda la obligación legal impuesta sobre el sujeto”, ser crítico con la autoridad conlleva la obligatoriedad de una práctica que esté centrada en la transformación de sí. En este punto podemos dar cuenta del sentido legalista-gubernamental del paradigma de Foucault.

El modelo de Foucault considera que la prescripción moral participa en la formación de un tipo de acción, la renuncia y la proscripción no imponen necesariamente un modo ético pasivo, sino que estilizan la acción como el placer. La importancia de la crítica reside en Butler en que “la virtud se convierte en la práctica por la que el yo se forma a sí mismo en desujeción (…) plantea la cuestión: quién será un sujeto aquí y qué contará como vida (…) [con la crítica buscamos] actuar con artisticidad en la coacción”.

Finalmente, la pregunta que parece ser central en todo el planteamiento político es cómo no ser gobernado de esa forma, por ése, en nombre de esos principios, en vista de tales objetivos y por medio de esos procedimientos, es saber cuáles son los límites del gobierno, un gobierno que es sobre cada sujeto. Es por esto por lo que se requiere un Yo estilístico que responda a la exigencia de aceptar o rechazar la regla. Pero no se trata de una anarquía, nos explica Butler, sino del “arte de no ser gobernado”.

Como hará Foucault con la sexualidad, Butler analiza la teorización del género concluyendo más allá, afirmando que también el género es un efecto del poder cuyo límite de validez es posible y virtuosamente deseable marcar su límite de validez (cf. Butler 2007). Para esto habrá que reconocer los efectos coercitivos del saber, los efectos de lo que es aceptable cognoscitivamente, que están en funcionamiento y arriesgar la formación del sujeto.

Como Butler apunta, el sujeto crítico tiene que: 1) mostrar cómo operan para crear las condiciones de aceptabilidad y 2) encontrar los puntos de ruptura o discontinuidad. En definitiva, buscar las condiciones de constitución de sí como sujeto y los límites en que tal o cual sujeto posible es efectivo bajo tales o cuales condiciones constitutivas.

 

 2. El género: Butler y Beauvoir

"El sexo ha sido siempre el núcleo donde se anuda, a la vez que el devenir de nuestra especie, nuestra 'verdad' de sujetos humanos" (Foucault 2012).

El problema del sujeto resultaría fundamental para la comprensión de los vacíos que las investigaciones de los estudios de género se proponen cubrir una vez descubiertos. Estos huecos vacíos perturban la representación de las mujeres en la historia. Es preguntarnos qué hacían y quiénes eran esos sujetos para los que los feminismos teóricos persiguen su representación.

Simone de Beauvoir, en El segundo sexo, nos da la apertura del debate sobre el lugar ontológico de la mujer cuando expone que:

"Lo que define la forma singular de la mujer es que, siendo como todo ser humano una libertad autónoma, se descubre y se elige en un mundo en el que los hombres le imponen que se asuma como la alteridad; se pretende petrificarla como objeto, condenarla a la inmanencia (…) El drama de la mujer es este conflicto entre la reivindicación fundamental de todo sujeto que siempre se afirma como esencial y las exigencias de una situación que la convierte en inesencial" (Beauvoir 2018: 60)

La alteridad, que es el lugar, queda impostada a un género, el femenino, que se construye culturalmente. La marca de lo otro es la definición de las mujeres en términos de su sexo, en la medida en que el portador del universal es el género y sexo contrario, el masculino, el hombre. Pero las teorías feministas contemporáneas se han preguntado si existe la universalidad de las mujeres, si las mujeres comparten algún elemento anterior a su opresión o esos individuos comparten un vínculo únicamente por resultado de esa opresión.

Butler rechaza el planteamiento esencialista para los objetivos de la libertad autónoma en términos de Beauvoir por varias razones: por situar al sujeto dentro del análisis de la misoginia, que además siempre es masculino y porque, aunque se reclame el derecho de las mujeres a convertirse sujetos existenciales y con ello a incorporarse a la universalidad abstracta, su posición fáctica se mantendría a pesar de desdoblarse. En ese desdoblamiento, el cuerpo femenino -marca del sujeto mujer- es ya sujeto abstracto que solo es cuerpo fáctico en lo masculino. Es a su juicio “la diferenciación ontológica entre alma y cuerpo [la que] siempre defiende relaciones de subordinación y jerarquía política y psíquica” (Butler 2007:64), el sujeto de la metafísica de la sustancia no cuestiona el género, aunque se dé cuenta de la marca del sujeto.

Butler frente a la dupla binaria promueve la identidad provisional de sujeto-agente, es decir, del individuo des-sujeto, “es solo una coalición abierta que se afirma, altera, alterna e instituye en función de los objetivos del momento, en tanto conjunto abierto (…) sin obedecer a un telos de definición cerrada” (Casale y Femenías 2017: 55).

 

3. Epistemología y ontología en Butler

En Qué es la crítica pretende examinar las condiciones con las que aparecen o se producen enunciados que podrían conformar la trama del discurso -dominante-. Butler considera que cuando un enunciado se profiere, este desplaza otros enunciados, en sintonía teórica con la intervención de los mecanismos de poder foucaultianos.

En Verdad y poder, Foucault sostiene que “lo que está en cuestión es lo que rige los enunciados y el modo como se rigen unos a otros”, en la misma línea, el análisis epistemológico butleriano sobre los discursos está centrado en aquellos que establecen el marco de validez.

Pero no es el objetivo de la crítica butleriana contrastar las condiciones de saber, sino observar cuáles son las necesarias y suficientes para que algo sea considerado como saber. Entonces la crítica no es un método, sino una actitud según la cual se pone en cuestión los conocimientos de una época dada, pero fundamentalmente las condiciones que los hacen posibles, condiciones que considera siempre contingentes (Casale y Femenías 2017: 43).

La crítica estaría enfocada a las condiciones que posibilitan que unos temas y no otros sean creíbles en lo pensable, no se trata de inclusión de los excluidos en ontología, sino de ver la arbitrariedad de las categorizaciones que fundan el orden ontológico. Con la crítica así entendida se pueden revisar preconceptos y discursos, especialmente en los estudios de género actuales.

El análisis foucaultiano de la política de la verdad que, como se ha dicho, se concreta en los discursos aceptados y puestos en funcionamiento como verdaderos, excluyendo otros, es lo que entra en acción en la crítica butleriana sobre la performatividad y el sexo verdadero. Femenías y Casale se preguntan si la crítica butleriana es un método y defienden en su artículo que lo que muestran sus textos exactamente es una estrategia metodológica. El objetivo de tal estrategia está orientado a mostrar la arbitrariedad de la identidad binaria de los cuerpos y sostiene una actitud crítica hacia esas marcas trascendentes de inteligibilidad, para caminar a la libertad de autorreferencia y auto-representación, la libertad autónoma que señalaba Beauvoir.

Sostener que la de Butler es una ontología de hechos y no de sustancias es afirmar, por tanto, que apunta a lo contingente, sin fundamento último y sin sustancia; por eso intenta evidenciar los preconceptos sustanciales de toda teoría o conocimiento naturalizado/normalizado. Considerando la teoría 'queer' que pone en cuestión la naturaleza biológica de los cuerpos y pone en duda la inteligibilidad binaria, Butler examina las condiciones que hacen a la mujer ser el sujeto del tipo que es en el patriarcado o en el sistema de género y sexo.

En El género en disputa se activa la crítica al marco que constituyen el sexo y el género, este verifica que solo existe y puede hacerlo un par binario y legitimado ontobiológicamente. En este punto damos con el problema epistemológico de raíz. El discurso del género es producido como régimen de poder, un discurso de tipo jurídico-normativo que performativamente (1) sostiene el binarismo. Butler entonces encontrará la virtud en la discontinuidad o el tabú.

Como afirma Casale “la crítica enmarcada en la teoría de género y aplicada sobre la feminidad ha logrado su objetivo: mostrar los límites de un conjunto de proposiciones que se ofrecían como saber (…) [algunas de las proposiciones] son generadas por un modo abusivo de ejercicio del poder sobre las mujeres de parte de los varones” (Casale 2016: 18-42).

A modo de conclusión, la perspectiva butleriana presenta puntos fuertes para el análisis de la cuestión de sexo y género, sobre todo si nos movemos en el paradigma de los estudios foucaultianos, del psicoanálisis o lacanianos. Libera al individuo de corsés sociales que son impostados incluso desde antes del nacimiento, a la vez que presenta una alternativa metodológica para enfrentar problematizaciones acerca de los discursos actuales y venideros de los feminismos, de los que nos advierte el peligro de caer en otras nuevas formas de esencialismo. La dificultad parece estribar en establecer la separación entre las estrategias de los movimientos feministas y la teoría acerca de la condición de las mujeres, a tenor de la pregunta que Butler plantea: ¿tiene sentido una política feminista sin la mujer como sujeto categorial y prediscursivo?



Notas

1. Sobre la performatividad en Butler, cf. García Romanutti 2016.



Bibliografía

Beauvoir, Simone
2018 El segundo sexo. Madrid, Cátedra.

Butler, Judith
2004 "What is Critique? An Essay on Foucault's virtue", en S. Salih y J. Butler, The Judith Butler Reader. Oxford, Blackwell.
2007 El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad. Barcelona, Espasa.

Casale, R. H.
2014 "Algunas notas en torno a la crítica: sugerencias de Butler y Foucault", Sapere Aude, 5 (9): 167-183.
2016 "La crítica: una contribución de la teoría de género para entender la feminidad", PALAVRAS. Revista de Epistemología, Metodología y Ética del Psicoanálisis (2): 18-42.

Casale, R. H. (y María Luisa Femenías)
2017  "Butler: ¿Método para una ontología política?", ISEGORIA Revista de Filosofía Moral y Política (56): 39-60.
https://doi.org/10.3989/isegoria.2017.056.02

Foucault, M.
2012 Un diálogo sobre el poder y otras conversaciones. Madrid, Alianza.

García Romanutti, H.
2016 "Judith Butler lectora de Michel Foucault. Consideraciones sobre la performatividad como origen y efecto de la normatividad",  Segundas Jornadas de Estudios de la Performance. Córdoba, Argentina. Repositorio digital Universidad Nacional de Córdoba. Recuperado en marzo de 2018, de Universidad Nacional de Córdoba.
http://hdl.handle.net/11084/2410


Publicado 04 septiembre 2018