Número 4, 2016 (2), artículo 2


Nuestro conocimiento del mundo externo


Alfonso Olivé Pérez

Exjefe del servicio de alergia del hospital de la Santa Cruz y San Pablo. Barcelona




RESUMEN
Los seres vivos interactúan con el mundo guiados por el conocimiento. Este sigue el rastro de la utilidad. Pero hombre supera este tipo de conocimiento y busca la verdad. Ello plantea el problema de la existencia de la verdad: si es posible obtener una verdad absoluta en un tiempo dado.


TEMAS
conocimiento · contingencia · hombre · verdad · viviente



La vida es la realidad radical. No nos interesa la vida en sentido abstracto, nos interesa cuando se encarna en un tipo de seres que llamamos seres vivientes. La filosofía debe partir de la vida encarnada en los seres vivientes. Sin embargo, no podemos conocer si poseen una mente. En los animales carentes de cerebro la posibilidad de una mente parece remota, aunque, a partir de los gusanos, diversas especies poseen ganglios a los que llegan los diversos impulsos nerviosos y que podrían realizar, posiblemente, el papel de pre-cerebros y quizás poseer un rudimento de mente.

No podemos conocer directamente la mente animal, solo, por analogía, podemos interpretar sus respuestas frente a estímulos específicos.

El ser viviente, objeto de nuestro estudio, principio de toda filosofía solo puede ser definido como un ser organizado capaz de poseer eso irreductible e indefinible que llamamos "vida", interactúa con su medio. Su actividad se dirige fundamentalmente a mantener su existencia y a reproducirse.

Los vivientes conocen el mundo a través de los sentidos. Todo lo que conocemos del mundo exterior a nuestro ser físico ha pasado directa o indirectamente por los sentidos (Olivé 1999). Los sentidos son receptores, cuya estructura está programada genéticamente, que captan señales de nuestro entorno. Dada la constitución de cada tipo de receptores, hay señales que son captadas uy otras que son rechazadas (von Uexküll 1913). En los animales que poseen un sistema nervioso, estas excitaciones son trasladadas por dicho sistema a núcleos de integración -el cerebro en los animales superiores o ganglios o acúmulos ganglionares en animales menos evolucionados-. Si el órgano central, el cerebro, está suficientemente evolucionado, se crea una imagen del mundo externo. Y si ello es así, carece de sentido la pregunta si dicha imagen se corresponde o no se corresponde con el mundo externo. El único mundo que conoce el viviente es el mundo creado por su cerebro.

En el hombre, y posiblemente en otros vivientes suficientemente evolucionados, la imagen final no es el resultado exclusivo del estímulo inicial ya que sus intereses, sus deseos, sus prejuicios o sus conocimientos, influyen en la creación de esta imagen.

El conocimiento requiere un paso ulterior: el reconocimiento de la imagen construida. Con ello me veo obligado a rectificar mi afirmación anterior (Olivé 1999) en que consideraba que, para todo x, tal que x pertenece al mundo externo al sujeto cognoscente, existe un x' y solo uno, que es imagen de x. En efecto, si la cognición fuera un proceso automático como podría ser el de un robot primitivo o el de un lector de tarjetas, esa afirmación podría ser correcta y nuestra mente un espejo, sin embargo, el conocimiento es una actividad vital, influido por los factores señalados y otros muchos que me es imposible indicar dada su complejidad, en consecuencia, no existe un x' y solo un x' que sea copia de x-y aunque existiera, como sea que x es incognoscible, no lo sabríamos.

Si el viviente es un producto biológico creado y guiado por sus genes, su acción en un mundo2 sus acciones son guiadas por el conocimiento. El conocimiento es una de las acciones que realiza la mente, en los animales superiores, siendo la mente una actividad del cerebro y éste el resultado de series de variaciones aleatorias de los genes. Cuando una de estas variaciones resulta útil para la vida, la variación queda relativamente fijada. La consecuencia de ello es que el conocimiento es una actividad útil para guiar la acción del viviente en el mundo.

Ello nos lleva a reformular el análisis tripartito del conocimiento. Este dice que el conocimiento C es una creencia justificada de una proposición verdadera.

Una primera modificación sería sustituir "proposición" por "hecho". En efecto, es discutible que los vivientes no humanos posean un conocimiento proposicional. Los vivientes no están interesados en conocer proposiciones del mundo, les interesa conocer hechos del mundo, por lo tanto, debiéramos decir que el conocimiento C es una creencia justificada acerca de la verdad de que un hecho sucede en el mundo.

Una segunda modificación es eliminar "la justificada de la verdad". El conocimiento de los vivientes no sigue el rastro de la verdad, parodiando la expresión de Nozick, sigue el rastro de la utilidad. Una gacela oye un ruido, cree justificadamente que es el rugido de un león. Ello genera una conducta de huida y salva su vida. Pero sucede que el ruido no era el rugido de un león, era el ruido de un motor. Sin embargo, esa creencia justificada de un hecho útil generó una respuesta adecuada para salvar su vida.

Un problema adicional lo ofrece la justificación. ¿Cómo podemos justificar nuestras creencias?  Una respuesta podría ser el método de ensayo y error, como lo hacen los paramecios de Jennings. Sin embargo, en el caso de la gacela, el error le costaría la vida, ya no habría nuevos ensayos. Lo más probable es que las creencias se justifiquen de un modo probabilístico, por acumulación de éxitos.

Todavía existe un problema ¿En qué se fundan las creencias? (Olivé, 2000) Si se fundan en creencias anteriores, tendremos una serie finita de creencias hasta llegar a una última creencia, tal como la idea india de que el mundo está sobre el caparazón de una tortuga la cual se halla sobre un elefante que está sobre otro elefante y así continuamente. Ello implica dos cuestiones:(1) ¿sobre qué está el último elefante? y (2) ¿Ha de haber un último elefante? El año 2000 respondía afirmativamente a la segunda y decía que el último elefante hunde sus patas en el mundo. ¿Es ello cierto?

Estamos ante un grave problema, el problema del fundamento de las creencias: ¿Hay creencias últimas? Y si las hay ¿cómo las conocemos? La respuesta de Ortega es sencilla, las conocemos por intuición. Sin embargo, como sea que los vivientes prehumanos, por lo menos los que en la escala evolutiva están por debajo de los grandes antropoides, poseen un rango de creencias muy limitado, las necesarias para la supervivencia y para su reproducción, probablemente como consecuencia de su escaso desarrollo cerebral, es posible que sus creencias puedan estar inscritas en los genes, que sus cerebros y sus mentes hayan sido construidos para albergar estas creencias y no otras.

 

El hombre, animal cultural

El ser humano, en cuanto miembro de la especie zoológica se halla sujeto a los mismos estímulos y necesidades de los demás vivientes. En cuanto ser que vive en el mundo precisa conocerlo para actuar en él, por lo que su conocimiento del mundo posee un carácter utilitario.

Sin embargo, debido (a) a su gran desarrollo cerebral, que le permite poseer una mente muy superior a la que poseen los antropoides más desarrollados; (b) a las modificaciones del hueso hioides que le permiten la fonación y por ello el habla y (c) al desarrollo de las áreas específicas cerebrales del lenguaje, ha podido superar su carácter puramente animal y ha construido la cultura. Con ello supera su proceso de evolución biológica y se enfrenta a nuevos retos para los cuales el conocimiento utilitario no es suficiente.

El hombre busca un conocimiento verdadero. El problema es que cada hombre cree que sus creencias son verdaderas y si difieren de las de otros hombres, ellos poseen creencias falsas. Además, el estudio de la historia muestra la relatividad de la verdad. Por ejemplo, en el siglo XII era verdad que la Tierra estaba en el centro del Universo, hoy creemos que esto es falso. En consecuencia, se impone un análisis sobre el concepto "verdad".

Supongamos una proposición declarativa p.  En cuanto a tal, p puede ser verdadera o falsa. Esto es, la verdad, si existe, se aplica a las proposiciones, proposiciones que expresan hechos, juicios, etc. Los hechos no son en sí, ni verdaderos ni falsos, solo es verdadero o falso el juicio que hagamos sobre los hechos.

En estas condiciones, sea p una proposición tal como

p = “Esta gata que está aquí presente, es mi gata”

p es verdadera si es el caso que (a) aquí haya una gata; (b) que yo tenga en este momento una gata y (c) que la gata que yo tengo sea la gata que está aquí. Hay pues, una verdad ontológica que se liga a una verdad lógica. A su vez y desde un ángulo epistemológico, lo conocido es o no es verdadero, luego habrá una verdad epistemológica.

Hay un punto que me interesa mencionar. La proposición p será verdadera si es el caso que yo tenga una gata: Es una condición necesaria, aunque no suficiente. Pero hubo un tiempo t0 en que yo no tenía esta gata y a partir de un punto temporal, poseo esa gata: p sólo puede ser verdadera después del tiempo t0, es decir, después que yo empezase a tener esa gata y antes que deje de tenerla: Tal es el aspecto contingente de la verdad.  De acuerdo con ello se plantea qué debemos subsumir bajo el concepto "verdad".

Si “verdadero” (V) expresa una propiedad de p, entonces podemos utilizar el principio de predicación y considerar que estamos ante una modalidad de dicto y no de re, lo cual casa bien con lo expuesto hasta ahora: la propiedad V se aplica sólo a las proposiciones y no a los contenidos del mundo. Y esta propiedad, pese a pertenecer a una proposición, podrá ser, de acuerdo al Principio de predicación, formal o material. Será formal si y sólo si es necesaria o es imposible, será material si y sólo si es contingente. Para un escéptico, la verdad es imposible, por lo que es una propiedad formal, pero, de acuerdo con lo expuesto, la verdad no es necesaria y tampoco es imposible -la imposibilidad sería probabilística, esto es tendente a cero- por lo que consideramos que, si la verdad es una propiedad de p y si la verdad es contingente, entonces la verdad es una propiedad material de p, lo que expresamos como ∀x(◊Vp v ◊¬Vp)

Por tanto, lógicamente, si V es una propiedad de p, V es contingente.

Además, es contingente en el tiempo. Aunque ya lo he discutido más arriba, creo necesario una ulterior discusión, ahora en el seno de la lógica modal. Consideremos p

P = “existe un x que es mi gata” (∃ xφ ) donde φ expresa “es mi gata”.

Existe un tiempo T’ que se extiende entre t0 …. tn ⊂ T en el cual p es verdadera, pero existe un tiempo T’’ tal que T ‘‘⊂ T en que yo aún no tenía una gata, por lo que x no es φ y por tanto p no es verdadera Lo que quiero decir es que p puede ser verdadera en un punto o espacio temporal y falsa en otro punto o espacio temporal. Lo podemos ver más claro expresándolo informalmente:

p’ = “la tierra gira alrededor del sol”

p’ hoy es verdadera. Pero p’ en el siglo XIII era falsa.

p’’ = “la tierra es de forma esférica”

p’’ era cierto al inicio del siglo XX y falsa en el siglo I y en la actualidad es falsa (hoy la visión desde el espacio dice que no es una esfera).

Ahora bien, si suponemos un mundo m1 que sea el mundo del siglo I, un mundo m2, el mundo de 1950 y m3 el mundo actual, tal que m1,m2,m3 ε M (el mundo), entonces si V es necesaria, ha de ser verdadera en los tres mundos y por S4 y T, ha de ser verdadera en m2 y m3, pero "p’’ es verdadera en m2 y falsa en m3, por lo que no puede ser necesaria. Pero como no es imposible, entonces la verdad de p es contingente en forma temporal y posee una contingencia metafísica y lógica. Si el conocimiento sigue el rastro de la verdad, el conocimiento es (a) probabilístico y (b) contingente.

Con esta explicación podemos comprender el relativismo de la verdad, especialmente su relativismo temporal. Sin embargo, existe una consecuencia más grave, el conocimiento es siempre relativo ¿se puede superar este relativismo? Creo que se puede atenuar, afirmando que "La proposición "p" es verdadera en un tiempo t1 si la mayoría de los miembros que viven en este tiempo, perteneciendo a la misma cultura y son competentes para opinar acerca del contenido de "p", declaran la verdad de "p".

Con ello es posible fijar una "verdad relativamente absoluta", una "verdad" para un tiempo dado.  Sin embargo, cabe plantearse el significado de "la mayoría": esta mayoría es el 51% ¿o se precisa una mayoría más amplia? En mi opinión hay verdades que los hombres competentes en la materia fijan en cada tiempo.

El conocimiento humano es relativo porque sigue el rastro de una verdad que es relativa, aunque, en las condiciones dichas, como la verdad así aceptada será una verdad contingente, aunque verdad en un tiempo dado, el conocimiento, aun siendo contingente, será un verdadero conocimiento en dicho tiempo.

¿Quedan resueltos todos los problemas del conocimiento humano? Creo que no. Serán necesarias nuevas investigaciones para conocer el origen de las creencias y analizar cómo es posible su justificación, aunque lo dicho hasta ahora es suficiente para fijar la doble vertiente del conocer humano y la contingencia de ese conocimiento, tanto si sigue el rastro de la utilidad como si sigue el rastro de la verdad.



Bibliografía

Olivé Pérez, Alfonso
1999 "Aproximación al conocimiento humano. Un problema y sus consecuencias", A Parte Rei.
2000 "Fundamentación del conocimiento. Problemas", A Parte Rei. 7.

von Uexküll, Jakob
1913 Ideas para una concepción biológica del mundo. Madrid, Espasa-Calpe, 1934.


Publicado 24 julio 2016