Número 16, 2022 (2), artículo 1


Del soberbio antropocentrismo de Friedrich Nietzsche


Felipe Nicolás Mujica Johnson

Docente investigador. Facultad de Educación, Universidad Autónoma de Chile




RESUMEN
En la historia de la filosofía es posible apreciar diferentes doctrinas antropocentristas, las cuales están influenciadas por el propio ethos de quienes las fundamentan. En este escrito se analiza la perspectiva de Friedrich Nietzsche a la luz de su soberbia y su posterior demencia. A la luz de su irracionalidad.


TEMAS
antropocentrismo · Dios · existencialismo · filosofía · moral · posmodernidad



Introducción

En este escrito me centraré en un filósofo que, a mi entender, fue bastante radical en su manera de vivir e interpretar el mundo. Por ello, lo abordaré, principalmente, desde una mirada crítica, para analizar algunos de sus defectos espirituales que pueden ser provechosos para nuestro andar filosófico. Cabe mencionar, que no es el primer análisis crítico que he aportado sobre este autor (Mujica, 2021, 2022), pues me llama mucho la atención su soberbia moral. En este sentido, considero que aquel defecto espiritual fue fundamental al momento en que planteó sus teorías filosóficas en torno al Superhombre, a la genealogía de la moral y al supuesto absurdo de la moral cristiana (Nietzsche, 2011, 2014, 2019). En términos mucho más notorios y con muestras de narcisismo, su exagerada soberbia puede observarse en diferentes divagaciones que plantea en su obra Ecce Homo (Nietzsche, 1999), donde se dedica, en parte, a vanagloriarse sin mayor escrúpulo. De hecho, no analizaría su demencia o su locura que padeció en su última etapa sin asociarla a una posible influencia de esta actitud moral frente al mundo.

Es preciso señalar que, a pesar de detenerme en los posibles defectos espirituales de Friedrich Nietzsche, también reconozco que aquel hombre gozó de una destacada inteligencia. Por ello, fue capaz de pasar a la historia como un referente filosófico para muchas personas y ser considerado como uno de los padres de la posmodernidad. Asimismo, logró cierta influencia en destacados filósofos que hicieron de su rebeldía una actitud existencial frente a la tradición heredada de la modernidad. Entonces, cabe preguntarse, ¿cómo un hombre con semejante inteligencia puede tener, a su vez, un legado tan cuestionable desde la perspectiva moral? Para responder esto, cabría darle de su propia medicina a Nietzsche, diciendo, de la mano de Scheler (2008) o Unamuno (1971), que la inteligencia no se nutre solamente de intelecciones y que necesita una cuota de amor y, en consecuencia, humildad. Es decir, requiere de lo irracional del mundo. En este sentido, a pesar de que Nietzsche intentó emanciparse de la tradición racionalista, terminó dando vida a un nuevo racionalismo que, permitiéndonos la paradoja, abusa intelectualmente del mundo irracional y carece de un sentido realista en torno al mundo sentimental.

Con base en lo anteriormente expuesto, en este escrito se reflexiona, en primer lugar, sobre el problema del radical humanocentrismo y, en segundo lugar, sobre el peligro de interpretar lo irracional de la vida.

 

El problema del antropocentrismo nietzscheano

Considerar al ser humano como el centro del mundo y del universo, es lo que conocemos como antropocentrismo. En dicha concepción filosófica se asume que nuestra especie tiene una categoría espiritual superior a la de las otras especies, marcada por su inteligencia y su capacidad de comprender la realidad. Variadas personalidades de la filosofía han asumido una postura antropocentrista, como el alemán Max Scheler (2008), el danés Kierkegaard (2012), el español Miguel de Unamuno (1971) o la alemana Edith Stein (2007). No obstante, aquellas perspectivas no hacen referencia a cualquier antropocentrismo, sino que, a uno de corte espiritual, pues reivindica parte importante de la tradición del cristianismo. En este sentido, este antropocentrismo delega la responsabilidad del orden espiritual del mundo en Dios, es decir, en el proyecto un ser superior a la humanidad que ha fijado, en término relativos, un destino y un deber moral a nuestra especie. Por ello, tomando el significado de humildad de Scheler (2010), se puede apreciar que este antropocentrismo no se basa en la soberbia, sino que más bien en una humilde aceptación de las limitaciones de la humanidad frente a la compleja realidad. Aceptación que, por lo demás, está basada en razones que han surgido en base a diferentes métodos y corrientes de investigación filosófica.

Friedrich Nietzsche también desarrollo una filosofía antropocéntrica, la cual se basa en un sistema de valores vitalistas que le otorgan al ser humano una superioridad en el mundo (Nietzsche, 2011, 2014). De hecho, la génesis de su doctrina no se centra en destacar la superioridad del ser humano sobre las otras especies, sino que en la superioridad de ciertos grupos humanos sobre otros de su misma especie. Por supuesto, desde su perspectiva, la superioridad sería alcanzado con los valores de su modelo espiritual, que sería el del Superhombre. A diferencia de un antropocentrismo con una base espiritual teísta, el de Nietzsche no trasciende al ser humano, de modo que sus bases surgen desde y para el propio ser humano. Aquella mirada, a mi entender y la de muchas otras personas asociadas a la filosofía, peca de un profunda e intensa soberbia. Y si lo analizamos desde una dialéctica platónica descendente, donde deducimos las consecuencias de aquel postulado, podemos fácilmente darnos cuenta de que conduce a la humanidad hacia un constante enfrentamiento y resolución de conflictos por medio de la fuerza. Sobre todo, porque la superioridad del hombre no se basaría en su bondad, sino que en su potencial vital que puede ser ajeno al desarrollo moral. Consecuencias de este tipo identificó el filósofo francés Emmanuel Faye (2009), quien muestra el vínculo de las ideas de Nietzsche y Heidegger con el nazismo.

 

El peligro de interpretar lo irracional

Uno de los problemas de la filosofía moderna fue sobrevalorar la razón humana sobre otros aspectos irracionales en torno al ser humano. Es decir, aspectos que no provienen del propio intelecto y que, si se desean comprender en profundidad, no pueden ser abordados absolutamente por la vía racional. En este contexto, con personas como Kierkegaard (2012), Nietzsche (2011), Unamuno (1971) y Zambrano (2019), se sientan las bases filosóficas para una perspectiva posmoderna que reivindique la subjetividad y el mundo irracional, pero no menos importante, del ser humano. El riesgo de este desafío filosófico era perderse en el mundo de la irracionalidad y no lograr una adecuada dialéctica entre ambos mundos.

Percibo, por su filosofía como por el desenlace de su propia vida, que Friedrich Nietzsche fue uno de los filósofos que careció de una adecuada dialéctica que le permitiese contrarrestar los excesos del racionalismo y le impidiese generar excesos en torno al irracionalismo. Evidentemente, no era un desafío fácil y menos si existía en su ethos una potencial tendencia espiritual a la soberbia y al mal orgullo. Sin embargo, a pesar de todos sus defectos y equivocaciones, le reconozco el aporte que hizo para contrarrestar las miradas racionalistas que han abusado históricamente de sus conclusiones. Es muy posible que con un ethos más orientado a la humildad y, por lo mismo, con bases filosóficas más amplias, el peligro de interpretar lo irracional disminuya y favorezca una discusión dialéctica que permita dilucidar los asuntos complejos del mundo que dan vida al estudio filosófico.

 

Consideraciones finales

Las doctrinas filosóficas no serían ajenas al ethos de cada persona que las fundamenta y así lo hemos podido apreciar en la doctrina antropocéntrica de Nietzsche. Aquel pensador gozó de un destacado intelecto y espíritu crítico frente a las estructuras hegemónicas del mundo, pero su soberbia le pudo haber impedido el desarrollo de una dialéctica más moderada y realista. Y, sobre todo, le impidió llegar a conclusiones que orienten al ser humano hacia un futuro más próspero y bondadoso.



Bibliografía

Faye, Emmanuel
2009 Heidegger. La introducción del nazismo en la filosofía. En torno a los seminarios inéditos de 1933-1935. Madrid, Akal.

Kierkegaard, Søren
2012 La enfermedad mortal. Madrid, Globus Comunicación.

Mujica, Felipe
2021 Filosofía y ser humano. Reflexiones para la ciudadanía. Santiago, Trayecto Comunicaciones.
2022 Dios no ha muerto. Y otros escritos de filosofía. Santiago, Trayecto.

Nietzsche, Friedrich
1999 Ecce homo. Madrid, Mestas.
2011 Así habló Zaratustra. Madrid, Alianza.
2014 El anticristo. Una maldición sobre el cristianismo. Zarátamo, Maceda.
2019 La genealogía de la moral. Un escrito polémico. Madrid, Alianza.

Scheler, Max
2008 Ordo amoris. Madrid, Caparrós.
2010 Amor y conocimiento. Y otros escritos. Madrid, Palabra.

Stein, Edith
2007 La estructura de la persona humana. Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos.

Unamuno, Miguel de
1971 Del sentimiento trágico de la vida. Madrid, Espasa-Calpe.

Zambrano, María
2019 Hacia un saber sobre el alma. Madrid, Alianza.


Publicado 01 julio 2022