Número 15, 2022 (1), artículo 3


La verdad es absoluta y la realidad relativa


Benjamín Carvajal Fuente

Estudiante de Tecnología Médica. Facultad de Medicina, Universidad de Chile. Santiago, Chile




RESUMEN
La metafísica de la ‘verdad’ y la ‘realidad’ ha sido tratada por distintas corrientes de pensamiento que han modelado algunos de los preconceptos heredados hasta hoy. Este artículo se propone argumentar la tesis principal de forma semántica, crítica, didáctica (sirviéndose de aspectos científicos) y aterrizando en problemas actuales.


TEMAS
interpretación · realidad · verdad



1. Hechos e interpretaciones

Interminables veces ha inspirado debates tan solo el nombramiento del concepto, tuvo de cabeza también a las más inquietas mentes de dispersos siglos. Por un lado, a algunos les agrada la idea de existir de manera universal, motivándolos a quizás hallarla; como ejemplo podemos tener a los filósofos materialistas influenciados por el pensamiento platónico y cartesiano, y en la otra cara del absolutismo de la verdad tenemos los famosos dogmas que, a diferencia de los filósofos mencionados, no tratan de buscar la verdad sino de definirla. Por otro lado están los filósofos idealistas que defienden que la verdad es relativa al observador, es decir, se encuentra condicionada por una perspectiva que imposibilita el estudio objetivo de esta. Y a pesar del eclecticismo de Aristóteles al proponer la frase "Nunca se alcanza la verdad total, ni nunca se está totalmente alejado de ella" (Aristóteles), resulta ambiguo a mi juicio, al momento de desglosar y definir lo que cabe dentro del concepto de verdad y lo que no. También tomo en cuenta el hecho de que ha mutado mucho a lo largo de la historia. Lo que en la antigua Grecia se remitía al mero conocimiento racional del mundo, hoy es mucho más amplio al conocerse generalidades de la ciencia y en consecuencia un notable progreso de paradigma. Sintiendo entonces que, en el mundo actual, el concepto de verdad se encuentra tergiversado por el subjetivismo predominante, me veo en la necesidad de reflexionar sobre una noción unificadora.

Primeramente, como la gran mayoría de los problemas filosóficos derivan de un problema semántico, es menester definirlos con total claridad para poder ser abordados de correcta manera, así que lo mejor en todo ejercicio filosófico es olvidarse provisoriamente de lo que uno a modo personal tiene definido en torno al concepto de verdad, para, cuando se comprenda el mensaje, contrastarlo. Partiré afirmando que el conocimiento humano posee dos vías o percepciones cognitivas distantes entre sí, pero que en su conjunto constituyen la base de las ideas (en el sentido platónico de la palabra): son los hechos y las interpretaciones.

Los hechos corresponden a factores objetivos y absolutos que no poseen en su naturaleza la facultad de ser criticados, sino cuestionados con base en la evidencia con tal de ser corroborados, o en su defecto, desmentidos. Ejemplificaré de manera sencilla: generalmente la historia de los pueblos se encuentra adulterada, ya sea por omisión o tergiversación de algunos acontecimientos vergonzosos o perjudiciales para la imagen de dicho pueblo, con el fin de influenciar sobre la noción que tendrá la nación en un futuro, rescatando los aspectos que promuevan una visión positiva de esta, y desemboca finalmente en un enfermizo orgullo que se ha construido en base a la mentira o la posverdad. Porque, claro, ¿quién no se sentiría orgulloso de su país, si se enseña la historia de una manera tan infantilizada como la de erigir un personaje en un altar creándole la distinción de héroe? Relacionado con ello, recuerdo también cierto acontecimiento bélico que se narra de manera casi opuesta en dos países vecinos: en una versión, se cuenta que los soldados resisten con valentía, luchando de forma heroica hasta su fin; en la versión paralela y de manera opuesta, los enemigos caen rendidos a los pies del batallón suplicando piedad por sus vidas. Lo peor de todo, a mi juicio, es que con el tiempo cada uno de esos pueblos recordó la historia como más le acomodaba aceptar y no en busca de la más acertada en cuanto a objetividad y rigurosidad histórica se refiere. Un relativista diría que cada uno posee su propia verdad, a lo que un absolutista diría que está errada la utilización de dicho concepto, y que, si no uno, ambos poseen cierto grado de mentira.

Las interpretaciones por su parte corresponden factores subjetivos y relativos, y dado que su piedra angular es la razón, pertenecen al plano de las ideas, y cada una de ellas tiene la propiedad de ser criticada, esto es, pueden someterse a juicios de validez donde pueden ser fundamentadas o refutadas.

Errado está el afirmar que cada uno posee distinta verdad, pues la verdad es una sola y nos azota a todos, pero no todos la perciben por igual. En ese sentido la verdad es el ambiente y está presente en los hechos, mas no en las interpretaciones. Pueden existir interpretaciones válidas (o inválidas) pero no interpretaciones verdaderas (o falsas), como tampoco existen hechos válidos (o inválidos), solo verdaderos (o falsos).

Todas las áreas deben analizarse con respecto a su naturaleza. Aristóteles decía: "Casi un mismo error es consentir al matemático con dar razones probables, y pedirle al retórico que haga demostraciones" (Aristóteles, Ética a Nicómaco: 28). La manera de evaluar algo debe ser con conocimiento de los mecanismos adecuados a emplear. Esto también se aplica a los hechos y a las interpretaciones; por ejemplo, en el caso de un hecho como el de estar el día soleado, alguien no puede expresar su desacuerdo con el mencionado evento. Escapa de su lógica propia como también la frase: "yo opino que está nublado". Son hechos y, como tales, objetivos, que dependen de su comprobación, por lo que no se pueden considerar dos afirmaciones opuestas simultáneas como aceptadas o constituyentes de algo absoluto y consistente.

He aquí un caso hipotético complementario del argumento principal. Dos individuos "x" e "y" expresan sus opiniones sobre los eclesiásticos: x argumenta que a pesar de todas las acciones consideradas como inaceptables dentro de la sociedad actual cometidas  por miembros de la institución, defiende su permanencia en la sociedad porque siguen transmitiendo el mensaje de paz y rectitud moral que tanto instan a cumplir; es decir, a pesar de ser humanos y en errores caer, considera que ayudan a luchar espiritualmente con los problemas más sustanciales que acomplejan a la humanidad. Por otro lado, el individuo "y"  condena rotundamente las acciones efectuadas por los eclesiásticos, pues los considera hipócritas al predicar un mensaje de bien y castigar moralmente a quienes tachan de pecadores, siendo que en la práctica caen en las tentaciones humanas mismas que dicen combatir, generando un daño aún mayor que la gente común, pues, aparte de incursionar en errores evidentemente bajos de por sí, juegan con la confianza de la gente que, siendo ingenua, deposita en ellos una de las cosas más valiosas de la dignidad humana con la esperanza de obrar por lo que considera como "camino correcto".

Lejos de toda de generalización apresurada que podría desmoronar a las mencionadas tesis, el punto es que ambas interpretaciones (por su propia naturaleza de serlo) son válidas basándose en el criterio de suficiencia moral presente en los sujetos "x" e "y" y en el sentido de la lógica que cada uno aplique. En este caso el individuo "y" valora más la consecuencia moral que el individuo "x". El grado de validez en comparación por su parte, vale decir, cuál es más válida que la otra, depende exclusivamente del juicio de un ente que abarque a ambas afirmaciones. Nunca se deben tomar como válidas las que más se acerquen a la opinión mayoritaria, si esta última corresponde a su base única de sustento y valor.

Junto al concepto de verdad, se encuentra otro que quizás sea más familiar al lector, y que también tiende a confundirse, el de la realidad.

 

2. Verdad como constante y realidad como variable

La realidad muchas veces se considera como absoluta, las personas que la creen de esa forma la adoptan a la suya y, al chocar con las ajenas, surgen conflictos de comunicación debido a que inmersos en la subjetividad son incapaces de comprender el mundo que los rodea, creando un problema social que puede ir desde una falta de empatía a la completa intolerancia.

Partiré por el punto de que la realidad es relativa y corresponde al conjunto de percepciones que se tienen de ese ambiente que nos rodea (verdad), dichas percepciones dependen tanto de los sentidos de los cuales nos servimos como de las herramientas cognitivas. Haré la siguiente analogía para ejemplificar este punto: basándome en el hecho de que la realidad corresponde a la percepción de algo más amplio, y la verdad corresponde al universo, si un sistema (porción del universo) se define como la variedad de ondas mecánicas que existen, una realidad vendría siendo el intervalo de frecuencias que el oído humano es capaz de percibir, es decir, de los 20 Hz a los 20 kHz.

Por ello, la realidad en su modo primario corresponde a la edificación mental que se tiene de la verdad, dicha edificación está fundamentada tanto por la sensación como por la percepción del individuo. La realidad entonces se construye a partir de la individualidad, primeramente, a través de la sensación, es decir, de agentes sensoriales presentes en el organismo, como son los sentidos y los diversos receptores asociados; y de manera secundaria, por medio de la percepción, vale decir, mediante agentes cognitivos producto de la interacción intelectual con sus pares, transformándose en un constructo social.

Como la verdad se constituye de hechos y la realidad de interpretaciones de estos, y a eso le agregamos que la verdad, por su naturaleza, no puede ser fielmente asimilada, el ser humano cae en el defecto de crear la realidad en base a limitadas percepciones, por la fisiología propia de los sentidos de los cuales nos servimos. De ahí que existan infinitas realidades en torno a una única verdad. Por ello, el ser humano, por el solo hecho de serlo, no puede conocer la verdad. Algunos afirman que a lo más se podrán acercar a ella, mientras se conozcan las cosas de manera más objetiva, e incluso se podría hablar de conocer partes de ella. En pocas palabras, la realidad surge como producto de desglosar la verdad transformándola en algo cognoscible, condicionado claro, conforme lo que la capacidad intelectual humana permita.

La verdad no es un todo como se puede llegar a pensar, pues ese "todo" no abarca las opiniones e interpretaciones de cada ente. La verdad no es nada más que la parte neutra (absolutamente objetiva e imparcial) que constituye el todo. Por lo que mal hacen los humanos en tratar de descifrarla, puesto que es algo que escapa a su comprensión, pues lo que hacemos, como precisé anteriormente, es deformar la verdad para hacerla más fácil de comprender, como cuando se construyen soluciones numéricas a ecuaciones diferenciales cuyas soluciones no pueden conocerse mediante métodos analíticos y, en ese ejercicio particular de aproximación, es donde nace la realidad.

 

3. Aristóteles, Nietzsche y el agua

Nietzsche llegó a afirmar lo siguiente: "No hay hechos, solo interpretaciones" (Nietzsche 1886: 222) y, a pesar de ser seductora su sentencia, pero a la vez corresponder a una respuesta apresurada a un problema mayor, cae en el error de asumir que no hay nada más allá que lo que la denominación humana define de algo que es y existe mucho antes de ser descrito y clasificado por mano humana alguna. Por ejemplo, a presión atmosférica de 1 Atm, el agua hierve a 100 grados para algunos, para otros a 373 y otros a 212. Todas estas mediciones son realidades distintas relativas al tipo de escala que se emplea (Celsius, Kelvin y Fahrenheit respectivamente). Incluso la escala en sí misma es un instrumento arbitrario de invención humana y para Nietzsche sería una interpretación; sin embargo, modela algo indiscutiblemente natural y absoluto, el nivel de agitación molecular (energía cinética, entropía) que posea x sustancia de estudio. Use la escala que use, e incluso inventándome una nueva, asignándole un valor u otro, siempre va a hervir en el mismo punto de energía cinética de las partículas constituyentes en las condiciones dadas.

Con anterioridad mencioné que todas las áreas deben analizarse con respecto a su naturaleza, como bien lo afirmaba Aristóteles. Sin embargo, quiero profundizar sobre esto contrastando dos campos de estudio complementarios pero especializados, la ciencia y la filosofía. Para la ciencia es menester el estudio riguroso del mundo que nos rodea mediante la evidencia y el razonamiento causal, para la comprensión de los fenómenos naturales. Por lo tanto, es importante preguntarse los qué y los cómo. Por otra parte, en la filosofía, el ejercicio del pensar contempla habilidades críticas como son los juicios de valor, la opinión y la argumentación. Por eso, las preguntas que logran el objetivo primordial del ejercicio reflexivo son los por qué. Será, pues, impropio que a una valoración ética se le aplique únicamente un código de normas rígido que sentencie sin tener la oportunidad de contextualizar con razones y circunstancias que influencian cierta acción moral. Por otro lado, también resulta impropio si uno empieza a cuestionar un hecho científico, como lo es la anomalía del agua. Uno puede llegar a describir las características principales de dicho fenómeno, aquello que influye, cómo reproducir el experimento y de ser posible establecer valores mensurables, sin embargo, llegar a preguntarse el por qué, es decir, las razones de por qué es así y no de otra forma, escapa a la lógica y posiblemente la respuesta se halle indeterminada.

 

4. Problemáticas de la verdad en el debate contemporáneo

Un ejemplo claro de degeneración del pensamiento crítico en la política actual, y que va más allá de la dicotomía clásica de verdad/mentira, es la posverdad, donde la verdad es manipulada con tal de influir sobre la opinión pública; donde la emocionalidad eclipsa la racionalidad y la realidad pasa a tomar el lugar de la verdad. En síntesis, los hechos comienzan a ser interpretados y a las interpretaciones se le asignan valores de verdad. Se ha vuelto frecuente su uso en los medios de comunicación, los cuales proyectan un desprecio por los hechos, y son tan eficaces en su labor de formar una opinión tendenciosa, puesto que, como interpretaciones que son, no pueden considerarse falsas y, en su defecto, son asimiladas sin mayor análisis crítico, derivando en una actitud por parte del público previamente calculada. Los efectos reconocibles de estas prácticas los podemos ver en las llamadas fakes news, el populismo, el negacionismo y el activismo conspirativo.

Otra problemática que aqueja a la sociedad actual es el sesgo de confirmación, y corresponde a buscar información o evidencia que respalde una idea u opinión preconcebida, de modo que, a diferencia del pensamiento crítico, la evidencia no va a modelar nuestra visión de las cosas, sino que, al revés, la evidencia será verdadera para nosotros dependiendo de cómo pase el filtro que determina si se alinea o reafirma ideas o creencias que tengamos a priori. Este es también un signo claro de degeneración, puesto que ya no nos va a interesar acercarnos a la verdad, al conocer el universo de ideas y evidencias sobre un tema particular que nos lleve a desarrollar un criterio fuerte, con capacidad de discernir, sino que nos encerraremos en nuestra cómoda y hermética burbuja idiosincrática, revestida, claro, de convenientes estudios y ensayos que nos protejan. No vaya a ser que algún "malicioso" contraargumento llegue a incomodarnos.



Bibliografía

Aristóteles
2017 Ética a Nicómaco. Barcelona, Fontana.

Nietzsche, Friedrich
2006 Fragmentos póstumos Volumen IV. Madrid, Tecnos.

La posverdad es más peligrosa que la mentira. The Conversation
https://theconversation.com/la-posverdad-es-mas-peligrosa-que-la-mentira-145978

¿En qué consiste el sesgo de confirmación? Psicoactiva
https://www.psicoactiva.com/blog/consiste-sesgo-confirmacion/


Publicado 09 febrero 2022