Número 10, 2019 (2), artículo 2


Repensando el utilitarismo. 4. Una metodología basada en el concepto de dato para superar el problema del discurso


Martín Gonzalo Zapico

Profesor de Teoría Literaria en el IFDC-SL, Profesor e Investigador en la Universidad Nacional de San Luis, Argentina




RESUMEN
Se presenta una propuesta metodológica basada en el concepto de "dato", para intentar superar falsas dicotomías derivadas de haber dado la hegemonía al concepto de discurso, que cambia el valor de verdad de las cosas por el valor de verosimilitud. Se postula una metodología basada en el valor de utilidad.


TEMAS
dato · discurso · utilitarismo · verdad · verosimilitud



1. Valores de verdad

Gran parte de la historia de la filosofía occidental (Realle, Antiseri e Iglesias, 1988), desde la Antigüedad clásica hasta el siglo XX, se ha construido, entre otras cosas, alrededor del problema de la verdad. Es decir, muchos pensadores de distintas disciplinas además de la filosofía se han preguntado por la cuestión: ¿Cómo podemos saber si algo es verdadero o falso? ¿Cómo sabemos que la forma de conocer nos acerca a la verdad? ¿Puede el lenguaje representar la realidad? ¿Qué es lo verdadero? Sobre estos asuntos se han escrito infinidad de textos, e incluso podríamos escribir una historia de la filosofía occidental que tenga como eje este asunto.

Lo importante es que, en este marco y con este eje, se ha delineado algo que se opta por denominar "valor de verdad" que hace referencia a que, de un acontecimiento cualquiera sea, lo importante para un individuo es poder discernir si este es verdadero o falso. Por poner un ejemplo, el positivismo lógico (Meza 2003) se propuso como una respuesta a la pregunta ¿Cómo garantizar qué el conocimiento científico sea lo más próximo a la realidad posible? También las filosofías del renacimiento en adelante (Delval 1997), como las líneas marcadas por Bacon con su empirismo, Descartes con su racionalismo, e incluso Kant con su concepto de noúmeno, entre muchísimas otras, sostienen la existencia de una verdad a la cual podemos acceder, o en última instancia no podemos acceder pero podemos afirmar su existencia. Yendo aún más atrás, al incursionar en la filosofía escolástica (Saranyana 1985), también encontramos, aunque mediado por una cosmología fuertemente cristiana, la idea de verdad en Dios y una deseo por tener acceso a ella.

Esta tendencia se ha visto como predominante hasta entrado el siglo XX, donde una serie de transformaciones sociales, políticas y culturales en occidente (se pone como un punto de inflexión determinante las guerras mundiales) cambiaron la forma de concebir la filosofía y la forma de pensar el mundo, poniendo en tela de juicios los valores sostenidos por la modernidad. Sobre estos cambios (Mejía y Navarro 2018) hay mucho escrito, pero vamos a enfocarnos en dos que competen más a nuestra tesis: el giro lingüístico, y derivado de él el valor de verosimilitud.

 

2. Valores de verosimilitud

El giro lingüístico (Ferrara 2018) enunciado por Bergmann y desarrollado por otros autores como Rorty y Wittgenstein, llevado a sus últimas consecuencias por pensadores como Echegaray, Butler, Foucault y Derrida, sostiene un cambio de la concepción de la realidad (una fuerte crítica a la realidad objetiva y la verdad) sostenida en un concepto emergente y enunciado por primera vez por Benveniste (1970): el de discurso. Este concepto de discurso, que cambiará de forma rotunda la historia del pensamiento occidental con consecuencias hasta nuestros días, está muy vinculado al de construcción de la realidad (Pintos 1995). En ambos subyacen la idea de dejar de lado el valor de verdad, puesto que la realidad no existe como tal sino como algo construido, para preguntarse por los sujetos del discurso. Aquí las preguntas serían: ¿Quién dice que algo es verdadero? ¿En qué contexto lo dice? ¿Qué intereses se sostienen detrás de una supuesta verdad? ¿Cómo se ha naturalizado como verdadero algo que es construido?

Aunque muchas veces no se lo hace explícito, se ha cambiado el eje del valor de verdad, por algo que se ha optado denominar como "valor de verosimilitud". La verosimilitud como concepto se toma de Todorov (1970) para hacer referencia a una nueva forma de encarar los problemas del discurso. Ya no importa tanto que las palabras refieran directamente a la realidad (dado que es epistemológicamente imposible), sino que lo que importa es que sean verosímiles o creíbles, factibles de ser verdaderas. El valor de verosimilitud no desconoce la posibilidad de una realidad objetiva, pero deja de lado cualquier posibilidad de referir a ella a través del lenguaje. Esto se relaciona íntimamente con el giro lingüístico, puesto que de repente ya no interesa que las cosas sean verdaderas o falsas, sino que las representaciones de las cosas no pueden ser juzgadas por el valor de verdad, puesto que no admite la existencia de algo así como la verdad o lo verdadero.

El valor del verosímil sobre un enunciado se cuestionará por su credibilidad. ¿Es creíble tal enunciado? ¿Tal situación propuesta, es posible? Esta postura se puede decir que tiene cierto asidero y es fuertemente crítica de los discursos hegemónicos tradicionales empleados para legitimar verdades como formas de dominación o ejercicio de poder en el sentido mítico (Barthes 1999). Pero, lo que estos autores posestructuralistas y posmodernos no tuvieron en cuenta, es que el mismo poder hegemónico mutaría y adaptaría sus discursos para seguir sosteniendo la hegemonía pero basándose en algo mucho más maleable que la verdad: lo creíble. A este propósito, se señalarán dos problemas principales que son preocupantes y que ameritan afirmar que el valor de verosímil no es que está en crisis, pero debería ser reemplazado: el desfasaje filosofía-individuo y la desaparición del valor de verdad como pie para la manipulación de los medios.

 

3. Problemas de lo verosímil: el desfasaje filosofía-individuo

No es que la perspectiva del discurso sea algo bueno o malo, no debe ser juzgada de forma axiomática, pues en su mismo epistemología no están estas categorías mencionadas. El problema se da cuando un conjunto de intelectuales desarrolla un aparato teórico sobre fundamentos críticos a fines de desmontar un sistema de naturalización de ciertas prácticas que mantienen las clases dominantes, pero quienes debieran ser los destinatarios de dicho sistema no tienen las herramientas para apropiarse de dichas epistemologías o en su defecto están cómodas con las formas de interpretar la realidad que ya han aprendido.

Es decir, quizá sin querer, estos intelectuales incurren en el mismo error que ellos critican: proponer una forma única de interpretar la realidad social, que debería implementarse sobre la población en general. Ciertamente, no es que los discursos hegemónicos hasta ese entonces han sido buenos, puesto que se han legitimado prácticas como la esclavitud, la superioridad racial, la automatización que destruyó un sin fin de puestos de trabajo, la promoción de seres humanos sin empatía, entre muchísimos otros; pero que la solución sea que las teorías críticas deben ser las únicas alternativas a la situación anterior, y criticar fuertemente a aquellos que no adscriben tildándolos de "reproductores del sistema", "intolerantes", "fascistas" o en las situaciones más suaves como "dominados", "ignorantes", "víctimas", no se hace más que colocarse en una postura paternalista del discurso.

Deslegitimar a las masas y sus creencias, sus prácticas, sus formas de conocer (que pese a quien le pese están más vinculadas al valor de verdad y paradigmas tradicionales) es una forma de autoritarismo encubierto extremadamente peligroso, que puede llevar a caer en las falsas dicotomías (Zapico 2018) en las que los grupos de poder quieren precisamente que las masas caigan: en este caso, por poner un ejemplo, entre progresistas que serían críticos y conservadores que serían retrógrados. Esta polarización, que confronta a los intelectuales con las masas, no parece ser más que una versión contemporánea del famoso "divide y vencerás" Dichas dicotomías, que se reproducen a nivel de medios, conllevan otros problemas también, que revisaremos en el próximo apartado.

Lo verosímil introduce una trampa discursiva en la que se debe evitar caer, que es precisamente ese paternalismo del discurso: creer que mi discurso es algo más que otro discurso. Puesto que, si nos colocamos en una posición realmente basada en lo verosímil como alternativa a lo verdadero, deberíamos desterrar totalmente de nuestra manera de pensar el mundo la idea de verdad. Ahora, basta remitir a la experiencia cotidiana que todos como seres humanos sociales tenemos, para observar que constantemente estamos distinguiendo cosas verdaderas de cosas falsas, cosas en las que creemos y las que no, y esto parece ser algo propio del ser humano desde un punto de vista biológico (Maturana Romecín y Varela 2009) y neurológico (Lezaún y Ursa 1993). Creer que un proceso de "deconstrucción" que se ha postulado hace unas décadas y a los que solo parecen adscribir intelectuales pueden cambiar milenios de historia evolutiva, es cuando menos ingenuo. Los seres humanos, para sobrevivir, han debido creer en cosas verdaderas, y han encontrado herramientas para legitimar esta postura. Una postura tan antinatural como la del discurso requiere no solo una reflexión intelectual para tener asidero, sino una revolución antropológica que no se dará en un par de años.

 

4. Problemas de lo verosímil: la manipulación de los medios

Relacionado con el apartado anterior, y muy vinculado a asuntos escritos en artículos anteriores (Zapico 2019, 2018), surge el tema de cómo lo verosímil da paso a una mayor manipulación del contenido exhibido en los distintos medios de comunicación masivos. Pensemos la situación de forma analítica. Si se empieza a popularizar la premisa de que las verdades no son tales, se duda de las instituciones que históricamente han dado pie a nuestra organización moderna, se trata a la ciencia como un discurso más con algunas características propias, lo que se produce es una desjerarquización de los actores del espacio público.

Si lo que importa es el valor de verosimilitud, es decir que algo sea creíble o posible en términos discursivos para que se acepte, esto puede darlo tanto un actor gubernamental como un hombre de a pie, puede ser creíble tanto la tierra plana como la tierra esférica (y poco importa la ciencia, que se la puede tratar como discurso que solo busca mantener la hegemonía), tienen igual valor de verdad las opiniones personales basadas en emociones como las opiniones de una comunidad basadas en experiencia o estudio, y así con prácticamente cualquier elemento que se base en lenguaje. Y alguien podría creer que esto no tiene grandes consecuencias, pero esta premisa es el fundamento base para las noticias falsas, la desinformación, la posverdad, que llevan a las masas a dar luchas titánicas alrededor de temas que no atentan contra los grupos poderosos, ni contra las grandes empresas, ni contra las clases políticas, ni contra organismos internacionales que buscan dirigir mediante organismos de control financiero (FMI) y cultural-social (ONU), los comportamientos de las mayorías.

Si todo puede ser verdad en tanto sea posible, se está haciendo abuso de la necesidad que tiene todo ser humano de afincarse en algo verdadero, para que elija entre opciones que están dadas de antemano. Dado que todo puede ser posible, y no hay un valor de verdad establecido, no hay consecuencias éticas en términos de responsabilidad por lo que se difunde o se da a conocer y sus consecuencias. Cualquiera puede decir cualquier cosa, y no hay censura que valga puesto que "todas las opiniones son respetables y deben ser escuchadas". Por solo poner un ejemplo radical de esta problemática, la difusión del movimiento antivacunas ha generado una epidemia de sarampión en Italia, donde se suponía estaba controlada hace décadas.

Ahora bien, ¿Cómo escapar de este laberinto, que parece no tener salida?

 

5. El dato como posibilidad metodológica, el valor de utilidad

El problema con el valor de verdad, cuando se lo aborda de manera científica, es que la historia de la ciencia (Gribbin 2006) nos muestra que gran cantidad de cosas que en un momento fueron verdades comprobadas, luego se vieron refutadas y reemplazadas por otras. Si bien hay una cantidad interesante de leyes científicas que están fuera de discusión, la mayoría de los objetos de estudio en distintas ciencias están constantemente en discusión. Es decir, de la ciencia es bueno tomar el método y la voluntad de abordar científicamente todos los fenómenos, pero el valor de verdad parece algo ya obsoleto cuando, en nombre de una "verdad" (generalmente falsa) se han cometido atrocidades a lo largo de la historia.

Por otro lado, el valor de verosimilitud pone en evidencia la arbitrariedad e intencionalidad de los discursos, lo cual es una herramienta de análisis crítico excelente, pero se corre el riesgo de caer en el relativismo ingenuo de que todo es lo mismo en tanto es lenguaje y por ende discurso. Si realmente es lo mismo ponerse o no vacunas porque estas son una herramienta de la ciencia para hacernos más tontos o controlar nuestras mentes (Salleras 2018; Aguilar 2017), entonces nos encontramos ante un problema que excede el discurso y tiene consecuencias sobre la salud pública.

Ante esta nueva dicotomía, es que proponemos la idea de valor de utilidad basada en el concepto de dato. Un dato es un conjunto de información que se obtiene del medio, generalmente a través de la experiencia de los sentidos para un plano individual, o mediante los métodos de la ciencia para conocimiento más elaborados. La característica fundamental del dato es que está despojado de ambos valores: de él no se puede decir que sea verdadero o falso (dado que no admitimos el criterio de contrastación, por estar viciado de subjetividad), ni de que sea posible o no (dado que no admitimos el criterio del discurso, que el dato se exprese mediante una forma lingüística es algo útil para su comunicación, pero no admitimos la aplicación de la teoría del discurso sobre él).

Ahora bien, un dato, en sí mismo, no dice nada, y se debe evitar su interpretación. En el momento en que se interpreta el dato es que pierde precisamente su fuerza, y ya se coloca uno en los dos valores de contrastación: el de verdad o el de discurso, volviendo así a ese círculo sin salida. Proponemos en cambio buscar un criterio de valor de utilidad, es decir, sobre el dato juzgar en qué medida puede ser útil para alguien o algo en determinado contexto. Es un esfuerzo epistemológico que requiere sacarse de encima la camisa de fuerza de la axiología. El bien y el mal, lo verdadero lo falso, lo construido o lo natural, no deben ser parámetro para construir una metodología de interpretación de la realidad basada en datos. Ahora bien, para lograr hacer algo con los datos, para juzgar su valor de utilidad, debemos tener una herramienta que no interprete, sino que convierta al dato en algo útil, o llegue a mostrar su falta de utilidad. Es en este momento que retomamos precisamente a la estadística, que trabaja a los datos y los convierte en datos útiles o datos no útiles, que una vez definidos si pueden ser interpretables. Pero su interpretación no puede ser ingenua o marcada por caprichos individuales, sino que se debe emplear un criterio de demarcación de moral posconvencional, para buscar siempre consecuencias que operen sobre el bien común, entendido como la mayoría de la población. Es decir, un dato no será útil o no útil a priori, sino que el deber del individuo es buscar en él aquello que es útil.

Pongamos un ejemplo concreto. La semana pasada, en distintos diarios argentinos, salieron datos sobre como el frío generó muertes en personas en situación de calle. Ante la noticia, inmediatamente la opinión pública se partió en las redes sociales, y se plantearon posturas dicotómicas basándose precisamente en los dos valores mencionados anteriormente. Al hablar de valor de verdad, los críticos decían que esas cifras eran probablemente mayores y los oficialistas, por el contrario, defendían su exactitud. Ese fue solo un plano del debate, el más suave. En el otro, el del discurso, los oficialistas interpretaban al frío como un agente que causaba la muerte de las personas en situación de calle, al punto de marcarlo como una catástrofe natural ante la cual no se podía hacer nada; mientras que los críticos decían que no era más que una manipulación mediática para ocultar las nefastas políticas sociales del gobierno que llevaban a las personas a la indigencia que terminaba en muerte por las bajas temperaturas. Ya el lector alguna vez habrá tenido la oportunidad de ver un tipo de discusión de este tipo, donde todo se divide en dos y nadie recuerda el valor de utilidad que tiene el dato. El dato en este caso sería que hay gente en situación de calle que muere a causa del frío. No hay que incurrir en las causas (realmente a la gente en situación de calle poco le interesa analizar el porqué de su situación), ni en las especificidades (no importa si son tres, treinta o uno), ni en las emocionalidades (lo que genere en el individuo esto poco importa); en lo que se debe enfocar una metodología de acercamiento a la realidad basada en el dato es: a partir de este dato, ¿qué cosa útil se puede inferir o derivar? Probablemente una de las primeras cosas útiles que podemos derivar es que hay personas en situación de calle que mueren de frío, lo cual es útil para preguntarnos: ¿La mayoría de la sociedad aprueba esta situación. ¿Beneficia a la mayoría esta situación? ¿Es algo que desea la mayor parte de la población para sí misma? Un método basado en esta aproximación busca alejarse lo más posible de las trampas del discurso y de la verdad para construir utilidad, puesto que se tiene la convicción de que la utilidad permitirá que mejoremos tanto como individuos así como sociedad.

 

6. Reflexiones finales

Cambiar el eje del discurso es necesario. Sin embargo, este eje no puede ni podría ser cambiado en un regreso hacia el eje de lo verdadero/falso. Actualmente nos encontramos en un momento de cambio donde la tecnología ha revolucionado completamente la forma en que se construyen las verdades. En este marco, observamos que hay una dicotomización adrede de las masas cuando participan en los espacios de formación de opinión, en especial en las redes sociales. Esta dicotomización resulta extremadamente funcional a los grupos de poder, pues reduce todos los matices y opciones de pensamiento realmente analítico y crítico a una u otra postura. Cuando no, todo es reducido a discurso.

En una situación tan compleja es que proponemos nuestra metodología de interpretación de la realidad basada en el dato y el valor de utilidad. Esta metodología, sin embargo, también se complementa con otras ideas que hemos desarrollado en artículos anteriores: uso responsable del espacio público, políticas basadas en el bien común, enunciados fundamentados en estadística, superación de las individualidades, entre muchas otras cosas.

Es imperioso que seamos capaces de superar las formas típicas de fosilización e inmovilización del diálogo, solo así podremos desarrollar un criterio realmente crítico de interpretación de la realidad. La propuesta no es dejar de interpretar, pues entendemos que es algo inevitable y característico del ser humano, pero es urgente que las interpretaciones de los datos sean realizadas basándose en datos estadísticos, con un criterio de bien común y público, dejando de lado los individualismos, puesto que el uso espacio público para el debate debe revalorizar el valor de la palabra, y no relegarla a un mero "todos los discursos valen lo mismo".



Bibliografía

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Zapico, Martín Gonzalo
2019 "Repensando el utilitarismo. 3. Estadística y filosofía de la opinión pública. El problema de las polémicas", Ensayos de Filosofía, nº 9, semestre 1, artículo 4
.
2018 "Repensando el utilitarismo. 2. Algunos conceptos polémicos revisados a la luz de la estadística", Ensayos de Filosofía, nº 8, semestre 2, artículo 2.

 


Artículos de Ensayos de Filosofía citados:

Zapico, Martín Gonzalo
2019 "Repensando el utilitarismo. 3. Estadística y filosofía de la opinión pública. El problema de las polémicas", Ensayos de Filosofía, nº 9, 2019, semestre 1, artículo 4
.
2018 "Repensando el utilitarismo. 2. Algunos conceptos polémicos revisados a la luz de la estadística", Ensayos de Filosofía, nº 8, 2018, semestre 2, artículo 2
.


Publicado 12 julio 2019