ANOTACIÓN


Error perceptivo y realismo indirecto


Alejandro Villamor Iglesias

Profesor de filosofía en el IES de Sar, en Santiago de Compostela




Siguiendo al filósofo Jonathan Dancy en su Introducción a la epistemología contemporánea, podemos distinguir cuatro tipos de realismos: el realismo directo ingenuo y científico, así como el realismo indirecto ingenuo y científico. A pesar de sus diferencias, todos ellos poseen un denominador común: sea del modo que sea, aquello que percibimos tiene cierta existencia objetiva. Es decir, la existencia de los objetos percibidos es independiente de la existencia o no de sujetos cognoscentes.

En sentido amplio, el realismo directo "mantiene que en la percepción sensorial captamos de un modo directo la existencia y naturaleza del mundo físico circundante" (Dancy 2007: 171). Aquello que percibimos, el objeto directo, es algo así como el objeto primitivo o primigenio. Ahora bien, la diferencia entre los dos tipos de realismos directos se pone de manifiesto al enfocar la lupa sobre el asunto de las propiedades. El realismo directo ingenuo defiende que los objetos poseen todas las propiedades que percibimos en ellos. Vemos directamente las cosas materiales. Esto se mantiene sea el objeto percibido por alguien en este momento o no lo sea. Independientemente de que alguien la esté percibiendo, una manzana seguirá poseyendo no sólo la forma o tamaño –las llamadas "cualidades primarias" por Locke– que decimos que posee al percibirla, sino también el color o el sabor –"cualidades secundarias"–. El realismo directo científico se opone a esta visión ingenua de considerar las cosas. Los objetos, al no ser percibidos, no tienen todas las cualidades que les podríamos atribuir al estar en contacto con ellos mediante la percepción. Hay algunas propiedades que únicamente "existen" en la relación entre sujeto perceptor y objeto percibido. Este sería el caso del color o del sabor.

Como su nombre delata, el realismo indirecto es la postura que sostiene que el acceso a los objetos que nos rodean es indirecto. Nuestra percepción aprehende directamente objetos internos que de algún modo estarían en relación con los objetos físicos externos. Dentro de este realismo indirecto, el llamado ingenuo se caracteriza por afirmar que tanto el objeto interno como el externo, el objeto directo como el indirecto, comparten las mismas propiedades. Lo que le atribuyamos a uno, sea calor, sabor u olor, es atribuible también al otro. A semejanza de la distinción realizada en el anterior párrafo, el realismo indirecto científico mantiene que sólo las "propiedades primarias", como tamaño o forma, son atribuibles a los objetos externos, indirectos. Las "propiedades secundarias" pertenecen exclusivamente a los objetos internos.

Son varios los argumentos esgrimidos por los simpatizantes de esta postura; aquí nos centraremos en uno. La existencia de errores perceptivos, como ilusiones visuales o alucinaciones, parece poner en un serio aprieto al realismo directo. ¿Cuál es el problema? El problema es que las que el realista directo podría llamar "experiencias perceptivas genuinas" son indistinguibles, en su propia vivencia perceptiva, a casos como los que nos proporcionan las ilusiones o las alucinaciones. No es que las ilusiones o alucinaciones se puedan categorizar, sin más, como las excepciones que confirman la regla, sino que su existencia eo ipso hace que el escepticismo se contagie, cuan inasible epidemia, a toda percepción. Cabe realizar aquí un breve inciso para aclarar que lo que en ningún momento se pone en duda es la infalibilidad o falibilidad de la percepción. El realista directo no se compromete con la infalibilidad de la percepción: "En el sentido definido de 'directo', podemos estar equivocados sobre un objeto incluso cuando lo percibimos directamente" (Dancy 2007: 170). El asunto no es que cuando el realista indirecto habla de alucinaciones le esté reprochando al realista directo que la percepción es falible. Estos casos son un problema para la realista directa pues rompen con la estructura por ella defendida. En una alucinación no hay necesariamente una relación entre el sujeto perceptor y un objeto externo percibido. Son abundantes los casos en los que, por alucinación o ilusión, la percepción se dirige a objetos que intersubjetivamente y en condiciones normales acordaríamos que no existen. Por esto, parece que el realista indirecto cuenta con un punto a favor al explicar indistintamente ambos casos, el de la percepción en condiciones normales y la alucinación, a través del objeto interno: "Por ello, el realista indirecto concluye que el mejor análisis es suponer que, aunque ambos estados tienen un objeto interno, sólo uno tiene un objeto externo indirecto" (Dancy 2007: 178). Veamos ahora qué explicaciones podría el realista directo dar a este problema.

En un primer momento, un realista directo que estuviera dispuesto a tensar sobremanera su posición (hasta el punto de acercarse peligrosamente al fenomenalismo e idealismo) podría afirmar que en los casos de error perceptivo no hay problema alguno. Simplemente, la percepción no puede darse con independencia de ningún objeto externo, por lo que de alguna manera suponemos que este realista tendría que conceder algún tipo de existencia a los objetos alucinados:

"Alguien que adoptara una posición externalista radical en filosofía de la mente sostendrá que no hay en la percepción nada como un estado perceptivo cuya naturaleza sea lógicamente independiente de la existencia del objeto del que parece ser una percepción" (Dancy 2007: 196).

No obstante, esta opción no resulta satisfactoria porque, más que dar solución al problema, lo intenta esquivar negándolo. A la hora de responder al problema, un realista directo podría comenzar por diagnosticar que lo que sucede en los mentados casos es un "desajuste" entre los estados perceptivos y el mundo. Mas sin presuponer por el medio ningún objeto interno. El primer punto que podría comenzar por poner encima de la mesa el realista directo consistiría en la aclaración de qué entendemos por "percibir". Así, pudiera argüir, cuando hablamos de estado perceptivo no debemos entender con ello que nos referimos tanto a un "objeto de aprehensión" como a una "manera de aprehender". De este modo, los términos del problema cambian: en los casos de errores perceptivos lo que tenemos, podría decir, es un desajuste entre "la manera de aprehender y el mundo". Son varias las teorías que el realista podría adoptar con el fin de caracterizar la percepción. Así, en este segundo momento, el realista directo que aceptara bien una teoría mixta de la percepción o bien una teoría de la pura creencia se encontraría ya en disposición de dar una explicación.

La "teoría de la pura creencia" sostiene que los sense data, los elementos sensoriales, no son esenciales a la percepción, sino que lo principal son las creencias acerca del mundo. El ejemplo paradigmático empleado en la defensa de esta posición es el de la visión ciega. Esto es, la capacidad de algunas personas invidentes de percibir sin saber muy bien cómo los objetos circundantes. Por otra parte, la teoría mixta sostiene el vínculo entre creencia y sensación. La percepción consiste en una suerte de combinación de ambas. Preguntémonos ahora, ¿cómo puede afrontar el realista directo los casos de error perceptivo? Puede apelar a la posibilidad del desajuste entre nuestras creencias y el mundo. La alucinación que sufro tras consumir LSD es debida a una creencia falsa acerca del mundo, puesto que, como decimos, la creencia es parte constituyente de la percepción.

Tal y como se acaba de presentar, esta posible respuesta del realista directo pudiera parecer exigua. Y, sin embargo, también parece constituirse como una sólida respuesta al problema del error perceptivo. La clave de dicha respuesta se sitúa en la no reducción de la percepción exclusivamente en la sensación. La creencia, pudiera decir el realista directo, juega un importante rol en la percepción. Así, este no tiene la necesidad de negar los casos de dolor del miembro fantasma (en los que el individuo percibe a través del dolor un miembro corporal inexistente materialmente) o de alucinación. Lo que se produce en estos casos, el "error", podríamos decir, se halla, en definitiva, en la creencia del sujeto. Sin lugar a dudas, a la hora de señalar esta posible solución hemos presupuesto, entre otras cosas, que el realista directo acepta que la creencia forma parte del proceso perceptivo. Mas, para aquel realista que defienda, por ejemplo, una teoría de la sensación pura el problema dista de hallar solución. Al menos de este modo.

 

Referencia

Dancy, Jonathan
2007 Introducción a la epistemología contemporánea. Madrid, Tecnos.


Publicado 03 marzo 2023