ANOTACIÓN


Sobre la felicidad y la sabiduría cristiana


Felipe Nicolás Mujica Johnson

Docente investigador. Facultad de Educación, Universidad Autónoma de Chile




La felicidad ha sido un tema fundamental en la filosofía de reconocidas personalidades del mundo de las ideas y la experiencia, entendiendo a la filosofía como una ciencia general de naturaleza racional y experiencial (Mujica 2020a). Pero no solamente hallamos la importancia de este concepto en un ámbito más especializado e intencionado sobre el conocimiento, sino que también en la vida mundana de la sociedad en general, donde ser feliz ocupa un lugar primordial en sus cosmovisiones.

Para aproximarnos a lo que es la felicidad, me es útil referirme a Séneca (1984), destacado representante del estoicismo (1984), para quien la felicidad es precedida por una sana razón y sus consecuentes resultados afectivos. Dicho pensador asoció a la felicidad emociones como la tranquilidad y una inquebrantable alegría. En este sentido, coincidiendo con aquel estoico, considero que la felicidad es un estado general de bienestar, o sea, de emociones que promueven un sentido de agrado frente a las circunstancias existenciales. Emociones que, por cierto, no son ajenas a la espiritualidad y moralidad de las personas (Mujica y Orellana 2021; Scheler 2010; von Hildebrand 2016).

Para diferentes personas que han teorizado sobre la felicidad, como Aristóteles (2018), Séneca (1984) o Rojas (1993), esta es vista desde una sola perspectiva, que suele estar dotada de una interpretación espiritual asociada a un bien supremo. Sin duda que creo en aquella perspectiva espiritual de la felicidad, como trataré posteriormente, sin embargo, también considero que existe otra perspectiva de la felicidad, también espiritual, entendiendo que todo lo humano es espiritual, pero no asociada a un bien supremo. En este sentido, entendiendo que existen diferentes progresos espirituales y configuraciones afectivas o desarrollos del corazón (Mujica 2020b; Scheler 2001 y 2005; von Hildebrand 2009), hay personas que pueden alcanzar grados de felicidad o estados de bienestar con independencia de un actuar bondadoso. De este modo, afirmo que muchas personas viven felices a partir de sus vidas intrascendentes en materia de una buena espiritualidad, marcados por el egoísmo y el mal orgullo (Scheler 2010).

La felicidad, desde mi perspectiva, a diferencia de Aristóteles o Séneca, no sería el aspecto central del bien supremo, sino que dicho aspecto sería el amor, tal cual lo presentó Jesús hace, aproximadamente, dos milenios. De hecho, los análisis de la felicidad de Aristóteles o Séneca hacen más alusión, de forma implícita, a lo que hoy entendemos por amor que a un sentimiento como la felicidad. Aquellos reconocidos filósofos no tuvieron la posibilidad de enfrentarse a la buena nueva que enseñó el padre del cristianismo, marcado por un sentido profundo de vida basado en la bondad hacia el prójimo como a sí mismo. Ya no basta solamente en una adecuada relación personal con Dios, sino que este último también exigiría una adecuada relación con las otras personas. Precisamente, a partir de aquel complejo desafío de ser verdaderamente amoroso, es que se forja una felicidad superior. En otras palabras, la formula sería que a mayor amor, mayor será la pureza o espiritualidad de la felicidad. Por el contrario, a menor amor, menor sería la pureza o espiritualidad de la felicidad.

Quien estudie el mensaje de Jesús, ha de apreciar la poca presencia, de forma explícita, que se le otorga a la felicidad, a diferencia de otros conceptos como la humildad, el sacrificio, la bondad, la verdad o el mismo amor. Esto no significa que para Jesús la felicidad no haya sido algo relevante, sino que sería algo secundario a la bondad, principal camino que ha de guiar los actos humanos. De este modo, desde la sabiduría cristiana, se debe rechazar, relativamente, la premisa de que el sentido de la vida es ser feliz. Entendiendo que se puede tener grados de felicidad que son ajenos a la bondad. Más bien, la premisa correcta sería que el sentido de la vida es ser bueno o amoroso, lo cual, por supuesto, suscitará grados de profunda y elevada felicidad

 

Referencias bibliográficas

Aristóteles
2018 Ética. Madrid, Libsa.

Mujica, Felipe
2020a ¿Qué es la filosofía? Una perspectiva ecléctica. Mibestseller.es
2020b Educación ética basada en el amor. Sevilla, Punto Rojo.

Mujica, Felipe (y Nelly Orellana)
2021 El giro emocional de la educación. Santiago de Chile, Forja.

Rojas, Enrique
1993 Una teoría de la felicidad. Madrid, Dossat.

Scheler, Max
2001 Ética. Nuevo ensayo de fundamentación de un personalismo ético. Madrid, Caparrós.
2005 Esencia y formas de la simpatía. Sígueme, Salamanca.
2010 Amor y conocimiento. Y otros escritos. Madrid, Palabra.

Séneca
1984 Sobre la felicidad. Madrid, Alianza. 

von Hildebrand, Dietrich
2009 El corazón. Madrid, Palabra.
2016 Las formas espirituales de la afectividad. Madrid, Encuentro.


Publicado 19 abril 2021